La Semana Santa en República Dominicana es, sin lugar a duda, una de las festividades más esperadas del año. Más allá de su dimensión religiosa, es un tiempo que mueve a todo el país, desde las procesiones solemnes en pueblos como Moca o San Cristóbal, hasta los desplazamientos masivos hacia playas, ríos y campos, en busca de descanso y reflexión.

En años anteriores, hemos visto cómo esta semana sagrada ha sido también escenario de tragedias prevenibles. Accidentes de tránsito, intoxicaciones, imprudencias en balnearios y exceso de consumo de alcohol han cobrado vidas que pudieron salvarse con medidas más conscientes. Las estadísticas de organismos como el COE cada año nos recuerdan la urgencia de combinar devoción con precaución.

El año pasado 2024, se registraron 27 fallecimiento, según el informe final del Centro de Operaciones de emergencias (COE). De estos, 24 fueron consecuencias de accidentes de tránsito, 19 de ellos involucran motocicletas y 3 por asfixia por inmersión. Además, se reportaron 212 accidentes de tránsito que afectaron a 274 personas. También se atendieron 473 casos de intoxicación por alcohol, incluyendo 30 menores de entre 10 y 17 años. (COE)

Por eso, este 2025, más que nunca, debemos asumir la Semana Santa con madurez ciudadana. Es vital acatar las orientaciones de las autoridades, respetar las señales de tránsito, evitar conducir bajo efectos del alcohol, y cuidar a los más vulnerables, especialmente en espacios recreativos. También es una oportunidad para promover valores como la solidaridad, el recogimiento y el respeto a la vida.

La Semana Santa es parte del alma dominicana. Vivámosla con fe, pero también con responsabilidad. Porque honrar la vida es la mejor forma de honrar a Dios.

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