El pasado 13 de noviembre, cuatro jóvenes fueron asesinados en un campus universitario de Moscow, en el estado de Idaho.

La Policía estadounidense aún no ha identificado a ningún sospechoso, ni ha encontrado el arma utilizada en el asesinato de cuatro estudiantes universitarios 10 días atrás en la localidad de Moscow (Idaho, EE.UU.), según lo admitió la institución durante una rueda de prensa realizada este miércoles.

Roger Lanier, capitán de la Policía local, afirmó que su departamento está poniendo en marcha todos sus recursos para resolver el caso, y que los investigadores están incluso preparados para trabajar durante el festivo de Acción de Gracias, que se celebra este jueves.

Las autoridades, que no dieron indicios de estar más cerca de realizar un arresto, dijeron que continúan procesando las pruebas forenses reunidas en el campus universitario donde se les arrebató la vida a los jóvenes. Asimismo, pidieron la colaboración ciudadana.

James Fry, el jefe de Policía, detalló que una grabación de las cámaras de seguridad podría ser de gran utilidad, tanto por lo que muestre como por lo que no. “Seguimos avanzando para comprender por qué ocurrió esto en nuestra comunidad”, aseveró.

Desmienten rumores

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Anteriormente, los agentes dijeron que habían seguido pistas según las cuales una de las víctimas, Kaylee Goncalves, tenía un acosador, pero no consiguieron identificar a nadie. Luego desmintieron los rumores de que otros incidentes —incluido el robo de un automóvil y el sacrificio de un perro— estuvieran relacionados con el caso, así como especulaciones de que los asesinados hubieran sido atados o amordazados.

El pasado 13 de noviembre, una persona llamó a emergencias para alertar que alguien estaba inconsciente en el campus. Cuando la Policía llegó al lugar, encontró cuatro cuerpos sin vida, todos con varias puñaladas y en sus respectivos dormitorios. Algunos parecían haber sido atacados mientras dormían, mientras que otros se habrían defendido. No se encontraron signos de agresión sexual.

Tras el crimen, muchos de los 11.000 estudiantes del campus optaron por abandonar sus instalaciones, por lo que se ha pedido a los profesores de la Universidad de Idaho que permitan el aprendizaje a distancia para aquellos que no quieran volver a las clases presenciales. Entretanto, el centro educativo reforzó la seguridad en los dormitorios y tomó medidas para que los estudiantes puedan solicitar la presencia de escoltas.

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