Los principales promotores, que con justa y sobrada razón histórica, vienen reclamando desde hace décadas la creación de una Comisión de la Verdad, parecería que han conducido esa aspiración con una visión que podrían calificar de limitada, ya que su reiterado clamor se percibe como una demanda que solamente estaría dirigida al Estado, como la más alta instancia jurídico-política de la Nación.

 De entrada debo aclarar que bajo ningún concepto pretendo justificar lo que podría entenderse como histórica indiferencia oficial, que en el caso que de la República Dominicana podría calificarse como un
Estado cómplice por omisión.

Es importante recordar que especialistas recomiendan que la creación de una Comisión de la Verdad debe ser una propuesta fundamentalmente asumida, dirigida y orientada hacia los organizaciones políticas, sociales y personas más identificadas y comprometidas con las aspiraciones más sentidas, nobles y justas causas de la sociedad.

 Vale decir, las organizaciones promotoras y defensoras de los derechos humanos, los partidos progresistas y de izquierda, los familiares de las víctimas, los que sufrieron las torturas y cárceles, así como todos las personas que se sientan comprometidos con esa demanda de justicia entumecida desde hace más de 60 años.

 De paso también vale aclarar que por su naturaleza, el delito de lesa humanidad, no prescribe, aun cuando en los múltiples y horrendos casos como los sucedidos en la República Dominicana, hayan permanecido impunes por más de 60 años, según lo establecen organismos internacionales competentes como la Corte Penal Internacional.

 Aun cuando “cosas no se aclaran nunca con el olvido ni con el silencio”, es tiempo de que ese justo reclamo de la creación de una Comisión de la Verdad se haga una realidad, y que no sea solamente un
recuerdo en la conmemoración de trascedentes fechas heroicas, como el tiranicidio del 30 de mayo de 1961, el 14 de junio de 1959, el brutal asesinato de las hermanas Mirabal, entre otras fechas no menos
memorables y que estremecieron la consciencia nacional.

 La creación de una Comisión de la Verdad tendría como misión histórica desentrañar los abominables  asesinatos, torturas y todo acto inhumano que atente contra la integridad física y mental de las personas que sufrieron los más viles y crueles desmanes durante los 31 años de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, y los no menos despreciables hechos de sufrimiento y barbarie durante los 12
años de la dictadura ilustrada de Joaquín Balaguer.

Por:  RAFAEL MÉNDEZ

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