Según una investigación, las Fuerzas Armadas australianas nunca han investigado si el curso para hacer frente a interrogatorios y torturas estuvo relacionado con las muertes.

Desde 2001, al menos 45 soldados australianos que asistieron a entrenamientos de resistencia a interrogatorios y torturas, se suicidaron posteriormente. Son datos que llegaron sobre la mesa de la Comisión Real de Defensa y Suicidio de Veteranos el 30 de noviembre durante su investigación sobre las prácticas de entrenamiento en el Ejército australiano en una audiencia pública en Wagga Wagga.

No obstante, aún se debe determinar si el entrenamiento fue el desencadenante directo de estas muertes. 

Los cursos para entrenar la conducta en caso de caer presa del enemigo fueron diseñados para que los soldados pudiesen “soportar los rigores de la captura, […], y así enseñarles cómo preservar la seguridad militar y sobrevivir este proceso con dignidad”, según informó el coronel Simon Dowse, de la Escuela de Inteligencia de Defensa. 

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Los participantes en el curso tuvieron que firmar formularios de consentimiento en los que se indicaba que serían sometidos a una simulación del trato que pueden recibir los prisioneros de guerra. La lista de factores de estrés que los participantes tenían que autorizar también incluía la posibilidad de “quitarles la ropa”.

Preguntado sobre “aspectos potencialmente más graves o más angustiosos” del programa, el coronel respondió que no revelaría información que pudiera dar “ventaja” a los adversarios de Australia.

Además, revelaron que como reacción al estrés, algunos soldados empezaron a hablar solos o a cantar como “mecanismo de defensa” durante el curso, siendo esto último lo más habitual, afirmó Dowse. “Eso está en consonancia con lo que sugerimos en cuanto a estrategias para afrontar la situación”, añadió.

A pesar de que algunos de los soldados que participaron en el curso se suicidaron posteriormente, las Fuerzas de Defensa australianas no iniciaron una investigación en las últimas dos décadas para determinar si el programa suponía un riesgo de suicidio para sus alumnos. 

Fase final del programa o la “fase de humillación”

De acuerdo con antiguos participantes, en el marco del programa en el que se somete deliberadamente a los soldados a condiciones similares a torturas durante más de 72 horas, se desnuda a los soldados “cautivos”, se les encapucha y se les esposa. También se les mantiene en posiciones de tensión y se les tortura con sonidos fuertes. 

Además, algunos revelaron que habían sido sometidos a intimidaciones con perros policiales y abusos físicos. También se les privó de sueño y comida, lo que provocó que algunos soldados tuvieran alucinaciones y perdieran el contacto con la realidad.

Cabe destacar que en septiembre, The Guardian ya informó que Damien De Pyle, uno de los soldados que participó en este programa de entrenamiento de más alto nivel, había presentado una queja a la Comisión de Derechos Humanos Australiana y había preparado una demanda a un tribunal federal para impugnar la legalidad de la formación. 

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De Pyle habló con el medio sobre lo que se conoce como la fase final del programa, la llamada “fase de humillación”, afirmando que provocó trastornos de estrés postraumático en algunos soldados. Alega que los instructores le obligaron a simular que se masturbaba sobre una Biblia y a realizar actos inmorales con una muñeca infantil utilizando un juguete sexual.

“Era una niña pequeña y básicamente me dijo que simulara la violación de la muñeca con ese consolador… Me agarró las manos y empezó a hacer el movimiento él mismo con mis manos con un consolador y la muñeca”, dijo. Añadió que el entrenador había hecho comentarios sobre su fe católica y le había dicho que debía “disfrutar abusando sexualmente a los niños”.

Subrayó que, como parte del simulacro, le dijeron que sus compañeros morirían si no lo hacía. “Estaba tan alejado de la realidad que pensé que realmente iban a matar a uno de esos otros prisioneros”, recuerda.

“Estos 45 suicidios son extremadamente trágicos, pero si fueron causados por el curso de conducta después de la captura, no hay nada sorprendente en ellos. […] Este curso es una tragedia nacional que se ha ocultado a la población durante demasiado tiempo. Las torturas, la agresión sexual y el daño moral nunca son correctos. El Gobierno y la oposición deben tomarse esto en serio y empezar a hablar con nosotros, los veteranos, sobre la reforma de este curso”, declaró De Pyle este miércoles.

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