Santo Domingo, RD.- Ramón Fer­nando Villa­lona Evora (El Mayim­be), “El Niño Mimado”, y por ende “el ni­ño malcriado”, es fruto de sobrado talento y carisma que se traduce en un lide­razgo único. A la vez, ese sentirse un ídolo popular lo embria­gó de egos y fama. Es algo que cuándo se es demasia­do joven te lleva a ser un personaje muy manipula­ble, controversial… No eres entendible o eres un incom­prendido muchacho.

La inmensa popularidad que registró Villalona, pro­ducida por una magia en­volvente que te atrapa, es fascinante para cualquier ser humano. Tú te das cuenta de lo que eres capaz de lograr al subir a un escenario y can­tar ante multitudes.

Es un difícil problema pa­ra lidiar contigo y que no es precisamente la herencia que quieren tus padres pa­ra ti. Ellos, que son dos cam­pesinos del profundo Cibao, que te vieron partir a la Ca­pital, donde tú estás solo, no lo van a entender, pero te apoyarán.

Fuera de tu casa la situa­ción es peor porque tendrás nuevos amigos que te acorralarán y te llevarán por caminos que tú no estabas en capacidad de entender.

Lo mismo que pasó en la Capital tuvo mayor fuerza al llegar a Nueva York. Allí andabas en tierra movediza al llegar a un mundo donde era la época en la que “pe­rro comía perro” y por un dólar te mataban.

Eran los tiempos en que andaban por la famosa  Quinta Avenida y por el sector de Broadway, Pedro Navaja y Juancito Alimaña. La marihuana hacía su za­fra y entraban en la jugada la cocaína y el crack. Esa se­ría la bienvenida a un ídolo emergente en la música po­pular con el mundo en sus manos.

Tan pronto pisó el aero­puerto John F Kennedy co­menzaba la salida de su control y entró en el uni­verso del descontrol o a una endiablada pesadilla que duró casi medio siglo.

Fernandito Villalona, un mega popular artista, es al­guien que yo conozco a la perfección. Es un monu­mento del enigma, del he­chizo, del impacto misterio­so que arrebata, embruja, conquista e induce a sus fa­nes a la histeria y emocio­nes incontrolables.

Muchos de sus segui­dores son capaces de has­ta perder la cabeza por él y quedan atrapados por su música y figura sin nunca llegar a entender que pasó. Eso es el néctar del carisma más alucinante desbordan­te que registra la historia de la música dominicana.

El artista mimado vivió y tránsito como un carro de alta potencia a toda veloci­dad, sin frenos ni control, como si el mundo se termi­naría el segundo después.

Ese título de “El Mayim­be” se lo tomó como tal y convirtió su seudónimo en realidad. Se creyó la teleno­vela y se disfrutó cada ca­pítulo, gastó toneladas de pesos, dólares, bolívares, florines, pesetas, libras es­terlinas como si no tuviera fin.

Sus mujeres

Además, por su vida pasa­ron miles de amores sin im­portar color, clase social o nivel de educación. Villalo­na arrasó con todas las de su generación: madres e hi­jas, jóvenes o megadivas, viejas… No se salvó una.

También bebió alcohol como si fuera agua y pro­bó todos los tipos de drogas de la época y un imparable desorden de acciones emo­cionales que sólo Dios pue­de dar razón de cómo aún hoy disfrutamos de su gra­cia melódica.

A pesar de todo ese reco­rrido, su talento y carisma no tiene fin. Se quedó sien­do un muchacho grande, con mucho sentimiento y muy frágil. Y aunque aún es monumento artistico, él su­fre mucho, llora a solas de impotencia. Su silencio sólo Dios lo conoce.

Villalona vive su nueva etapa 50 años después de un montón de travesuras y de inconductas sociales por falta de madurez y una bue­na orientación.

 Es un humano especial, pienso yo, o n tipo sobrena­tural porque casi medio si­glo de vicios, alimentación de muy mala calidad, sin dormir ni parar durante tres meses encerrado en una ha­bitación consumiendo dro­gas, es algo realmente para ser analizado.

Es un caso de estudio, una muestra de que los hu­manos blindados por un misterio X son pocos pero ponen a los psicólogos y psi­quiatras a usar al máximo el estudio científico de la con­ducta y fortaleza espiritual de cómo pudo sobrevivir y un día cualquiera decirse a sí mismo un “no más” y en­trar a la vida real .

 ACTUALIDAD

 La luz.

Un día después entró en sintonía con contactos que yo llamo extrasenso­riales. Son esas misterio­sas conexiones entre el cerebro, el espíritu y el al­ma que te ponen a des­pertar y darte cuenta que conducías por la vía con­traria a toda velocidad y muchas patanas de fren­te y estaba poniendo tu vida en alto riesgo. Te das vuelta atrás y comienzas a luchar con esa pesadilla en la que estabas atrapa­do y no sabía cómo salir.

Testimonio

Villalona es un testi­monio vivo de la decisión correcta para seguir ade­lante, volando bien alto, cantándole a su amada patria, a sus millones de fanes para andar con la frente en alto y decir “yo pude, tú puedes”. Bendi­to sea Dios que logró el milagro.

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