La Cepal advierte dificultades que tendrá RD con subida de la temperatura.

Santo Domingo, RD.-El cultivo de café en República Dominicana se ve afectado por el cambio climático, según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que advierte sobre la vulnerabilidad -cada vez más creciente- de las plantaciones ante enfermedades y plagas que se incrementan con el aumento en la temperatura, así como frente a eventos meteorológicos extremos y modificaciones inesperadas en los patrones de lluvia y sequía.

El documento, titulado “Café y cambio climático en la República Dominicana Impactos potenciales y opciones de respuesta”, reconoce la variabilidad de las precipitaciones como una característica del país, pero resalta la creciente evidencia de variaciones en los extremos de lluvia intensa y sequía, así como de un alza progresiva de la temperatura, en especial la nocturna.

Estas condiciones, dice, “están desencadenando efectos directos e indirectos en el cultivo del café incluyendo el cambio de incidencia de enfermedades, degradación de suelos y reducción de servicios ambientales como control de plagas y polinización”.

Explica que entre 1980 y 2016 el período con mayor temperatura fue 1995-1999 y el de menor 1982-1984. Dice que en el período 2005-2009, la temperatura aumentó todos los meses, a excepción de marzo y que el calor afectó sobre todo en el mes de septiembre (4 grado centígrado en promedio) y en febrero, mayo, agosto, octubre y noviembre (alrededor de 2 grado centígrado).

Señala que el escenario climático utilizado para el Quinto reporte de evaluación (AR5) del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), estima que la temperatura media mensual se incrementaría hasta 0.8 grado centígrado para 2050 y hasta 1.8 en 2070.

En 2050 el promedio mensual de la temperatura se incrementaría más de 0.6 grado centígrado todos los meses y más de 0.8 grado centígrado entre agosto y diciembre.

Para 2070 la temperatura aumentaría más de 1.7 grado centígrado de agosto a enero, advierte.

La otra cara del problema que enfrenta el café para 2050 será una disminución significativa en la lluvias de entre el 2% y el 11% en todas las provincias. Para 2070 aumentaría a un rango del 5% al 21%, advierte la Cepal.

“Con respecto a los estimados de precipitación mensual a nivel nacional, en el corte 2050 se estima que la precipitación disminuiría en un rango del 1% al 32% en marzo, junio, julio, agosto, septiembre y octubre; y en el período junio-agosto disminuye significativamente, entre el 15% y el 32%”.

El país tendrá, según los expertos, menos meses de altos niveles de lluvia entre julio y octubre, lo que intensificará el período de sequía. Los cambios en las precipitaciones impactarán en la producción agrícola, incluyendo el café, cuyo ciclo de desarrollo se ha acoplado al patrón de lluvia histórico con dos picos altos dentro de un año.

“El alza de la temperatura provocaría aumento de la evapotranspiración, lo que disminuiría la disponibilidad de agua y aumentaría el nivel de aridez en la mayor parte de la región centroamericana, especialmente en la segunda mitad del siglo”, dice.

En República Dominicana se estima un índice de aridez promedio de 1.33 en el período 1950-2000, con mayor humedad en La Vega (1.60) y entre 1.20 y 1.08 en provincias como Montecristi, Valverde, Bahoruco, La Romana, La Altagracia, San Pedro de Macorís y Peravia.

Estima que el índice bajaría hasta 1.2 hacia 2070, con una marcada prevalencia de condiciones de aridez similares a las de las zonas más secas, lo cual impactará áreas cafetaleras importantes, incluyendo las de la sierra de Neyba y las cordilleras Septentrional y Oriental.

La importancia del café en RD

Datos oficiales apuntan a que para 2014 el café se mantenía como el principal cultivo de zonas montañosas en República Dominicana, con el predominio de variedades arábigas, como la típica, el caturra y el catimores.

Algunos productores tienen plantaciones de la variedad robusta, señala el Instituto Dominicano del Café (Indocafé). La entidad oficial estima que para 2018 el área cultivada del tradicional producto era de cerca de 95,000 hectáreas (unas 1,520,000 tareas) y los productores alrededor de 28,000. Calcula que la actividad cafetalera aporta al país 50,000 empleos directos permanentes y más de 70,000 temporales.

Pero el panorama en materia comercial se muestra poco alentador. Las exportaciones de café (sin descafeinar, descafeinado, en grano, molido o en productos que lo contengan) aportaron a República Dominicana US$11.5 millones en 2014, según los datos suministrados por la Dirección General de Aduanas (DGA). Al año siguiente los ingresos por la venta del producto en el extranjero bajaron a US$8.8 millones.

Luego subieron a US$9.3 millones en 2016 y a US$9.5 millones en 2017. En 2018 se colocaron en US$11.1 millones y entre enero y noviembre de 2019 en US$10.8 millones.

En cambio, las importaciones del producto implicaron una inversión en divisas por US$20.4 millones en 2014 y, en el año siguiente, US$62.1 millones.

En 2016 República Dominicana invirtió US$41.6 millones en la compra de café, en 2017 un total de US$39.6 millones y en 2018 una suma de US$36.3 millones. Entre enero y noviembre de 2019 el monto fue de US$33.5 millones, según las estadísticas de la DGA.

Esto significa que entre enero de 2014 y noviembre de 2019 República Dominicana tuvo que invertir US$233.4 millones en la importación del grano aromático, mientras que, para ese mismo período, sólo pudo exportar US$60.9 millones, equivalente al 26.09% de la divisa que debió gastar para adquirir el producto en el exterior.

Las cifras reflejan una balanza comercial desigual en un cultivo que en lo adelante enfrenta además el desafío del cambio climático, el cual obligará a actuar con precaución y racionalidad en el uso de los recursos ambientales, sobre todo del agua.

En baja

La Cepal recuerda que la competitividad del café de República Dominicana, clasificada sobre la base de los cambios de su participación de mercado por competitividad y dinamismo, se colocó en el período 1990-2000 como “en retirada” porque “no fue competitivo y el mercado no fue dinámico”.

Luego, entre 2000-2016 se le clasificó como “oportunidad perdida”. “Es decir, el café dominicano no fue competitivo en el mercado estadounidense dinámico”, dice el análisis que, en ese enfoque, solo considera las exportaciones hacia Estados Unidos, al tiempo que aclara que el 60% del café dominicano enviado al exterior va a países de Europa y Asia.

Pese a la caída de la producción, en los últimos años el consumo interno aumenta y, como consecuencia, las importaciones se incrementan y provocan una mayor dependencia del exterior.

Explica que para 2002 el consumo aparente representó el 92% de las 41 mil toneladas de producción. Sin embargo, a partir de 2010 ha sido insuficiente para cubrir el consumo y en 2015 solo aportó un 34%. “Es decir existe una dependencia de 69% del exterior”, sentencia el estudio.

“Las importaciones de café de la RepúblicaDominicana se han incrementado significativamente de 100 toneladas en 2001 a 12,000 en 2017”, deplora. Recuerda que entre 2001 y 2006 se importaba café procesado de destinos como Estados Unidos y el Brasil, pero para el período 2007-2017 Vietnam se convirtió en el principal proveedor (con el 25%).

Gabriele Regio, coordinador del Programa Binacional para Haití y República Dominicana y Lead estrategia Café Caribe de Oxfam, resalta que el análisis de la Cepal se basa sobre evidencias concretas que demuestran cómo los cambios de patrones climáticos contribuyen de manera significativa a la baja de la productividad y de la producción de café en República Dominicana.

Resalta que existen factores relacionados con la baja rentabilidad, así como a la falta de inversión en finca, un enfoque empresarial de los productores, relevo generacional e innovación tecnológica.

Regio valora que la Cepal recomiende al país fortalecer el sector con un enfoque integrado que asegure la rentabilidad del cultivo y, por lo tanto, cree un entorno que permita a los productores mantener los cultivos en las montañas.

Los efectos del cambio climático, con fenómenos extremos de sequías prolongadas o acumulaciones de lluvias en períodos muy concentrados, crean condiciones ideales para la propagación de enfermedades como la roya, recuerda.

Entiende necesario que el sector cafetalero atienda las recomendaciones de los expertos y se prepare a través de investigaciones sobre variedades tolerantes a la roya, capacitación a técnicos y productores sobre modelos productivos que se adaptan a estos fenómenos climáticos en lento pero continuo cambio e innovación tecnológica para aumentar la rentabilidad de los cultivos y atraer a los jóvenes a la producción de café.

El ingeniero agrónomo Milton Martínez González, de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y la Academia de Ciencias, considera que ante el impacto del cambio climático la clave de República Dominicana deberá ser conservar la Cordillera Central, como “la espina dorsal de su sistema hidrológico”. Entiende, que para lograr ese objetivo, en las zonas que se permita el cultivo de café, las autoridades deben vigilar que solo se haga bajo sombra.

Observa, como un ejemplo de mala práctica, lo sucedido con la plantación de café caturra en Casabito, Constanza, en donde el desmonte de una parte del bosque húmedo terminó con un cafetal que, además de mermar su rendimiento, en la actualidad exhibe preocupantes niveles de erosión en el suelo.

Sostiene que en plantaciones a pleno sol, “la demanda de productos químicos es tan alta, que si el productor de café pagara por la contaminación, sus beneficios fueran de diez (pesos) contra uno, debido a que los costos que genera a la sociedad no hay manera de compensarlos”.

Recuerda que en el caso de Casabito se trata de un área de amortiguamiento de la Reserva de Ébano Verde en la que el Estado dominicano jamás debió permitir el cultivo de café.

Advierte que las autoridades deben tomar la misma precaución para evitar la siembra de aguacate en zonas de amortiguamientos de las áreas protegidas. “Todo monocultivo, aunque sea de café, es una amenaza para el sistema hidrológico”, dice Martínez González.

El agrónomo Carlos Rijo Guilamo, encargado de Riesgo y Cambio Climático del Indocafé, observa que, además de mantener la cobertura superior de sombras, los cafetales necesitan pastos u otros productos, como el maní forrajero, que contribuyan a mantener un nivel de temperatura más fresco y a fijar nitrógeno, una tendencia agrícola que busca asociar la producción del café a un bosque natural.

“Teniendo cobertura vegetal en el suelo se ha demostrado que la temperatura en la zona crítica no es tan alta como la parte exterior. Si está en suelo desnudo, como en Casabito, la temperatura aumenta y hay emisiones de gases de efectos invernaderos”, plantea.

Lamenta que algunas personas duden del cambio climático o de la variabilidad climática. “Los registros pueden decir que las lluvias se mantienen normales, pero su estacionalidad cambió. O sea, la cantidad de lluvia de abril y mayo no cayó para caer ahora entre octubre y diciembre”.

Investigación busca apoyar la producción de café

La Cepal elaboró el estudio “Café y cambio climático en la República Dominicana Impactos potenciales y opciones de respuesta” como fruto de un trabajo conjunto con el Instituto Dominicano del Café (Indocafé) y el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL) de República Dominicana.

Su redacción estuvo a cargo de Diana Ramírez Soto, quien contó con el apoyo técnico de Julie Lennox y la colaboración de Jaime Olivares Ramírez y Lara Barange. El estudio busca contribuir a la producción del grano de café en República Dominicana, en donde diversas marcas de gran prestigio se comercializan en el mercado.

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Por El Dinero