Necesitamos una inspiración para vivir. Una sólida fuente de energía interna que nos motive a continuar viviendo en las más adversas circunstancias. 

David, perseguido y con miedo a perder la vida por Saúl, siempre mantuvo la fe y ganas de vivir, a pesar de que David se describió como un Pelícano del desierto. 

Las penas nos arropan. Las decepciones se apoderan de nosotros. La desesperanza minan nuestra voluntad de vivir. Aún el gran profeta Elías se sintió triste y deprimido en momentos de hambruna y persecución. 

Debemos tener fe para vivir y confiar en Dios en nuestros momentos difíciles. Aún aquellos agnósticos deben tener otras creencias para soportar las duras situaciones de la vida. 

¡A vivir inspirados! con muchas ganas y viendo nuestras adversidades, tomando los obstáculos como oportunidades para crecer.

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