A diario vemos y tratamos diversos tipos de personas. Algunas nos inspiran, están llenas de fe y una pasión por la vida los mueve para hacer cosas buenas por los demás, por su familia y por sí mismos. Otros nos infectan y nos contagian con su pesimismo y negatividad. Respiran odio. Su intriga y las ganas de dañar a otros y a sí mismos, les roba la mayor parte del día.

Virginia Satir, la gran Terapeuta Familiar norteamericana, nos dejó una imagen que puede ayudarnos a mejorar la autoestima y a que como padres, líderes y maestros, ayudemos a los demás a aumentar sus sentimientos de valía personal. Crear ambientes nutritivos de amor, sinceridad y de validación para que los demás crean en sus competencias y capacidades.

En la granja familiar en Wisconsin,  había una Olla que desde niña Virginia observó, la cual tenía varios usos durante el año. A veces la Olla estaba vacía y otras veces estaba llena. En un tiempo su madre la usaba para fabricar jabón. También era usada para preparar grandes cocidos para los trabajadores.  En otro periodo del año su papá recolectaba estiércol de animales y para abonar las flores de su madre. 

La figura de la Olla ha quedado como un legado para que podamos hablar libremente de nuestros sentimientos. “Hoy tengo la olla llena” “Hoy tengo la olla vacía”. Podemos ver también con qué llenamos nuestra olla. Si es de sentimientos de valía o con sentimientos de inutilidad. Por lo cual veremos ollas llenas de amor, alegría, fe, sinceridad y solidaridad. Pero veremos otras ollas repletas de odio, miedo, vergüenza y culpa.

Como diría la gran Virginia Satir ´´la autoestima es la olla que nadie vigila´´ Vigilemos qué hay dentro de nuestras ollas y procedamos al cambio. Tendremos una mejor familia, una mejor sociedad y nuestros niños, niñas y adolescentes crecerán en sus capacidades y serán solidarios con los necesitados.

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