
La educación sexual debe empezar a temprana edad y ser impartida por personal calificado para vivir una sexualidad responsable. Prevenir embarazos en la adolescencia y la presencia de infecciones de transmisión sexual es de mucho interés en los jóvenes.
Debemos educar a los adolescentes para postergar el inicio de las relaciones sexuales y evitar la precocidad sexual, ya que esto influye en su proyecto de vida.
En adultos una buena educación sexual nos ayuda a desligar el concepto de reproducción del concepto de placer.

Se debe procurar mantener buena salud física y mental para ejercer una sexualidad placentera.
Una actitud responsable involucra a todas las edades y ver el valor de la intimidad y afectividad, nos ayudan a disfrutar al máximo a nuestra pareja. Involucrar todos nuestros sentidos en la experiencia amatoria y mejorar nuestro deseo sexual, nos ayudan a tener una respuesta sexual satisfactoria que fortalezca la intimidad y la pasión en nuestra relación de pareja.