Una vez leí que grandes escritores llegan a conocer el alma humana a tal grado que pueden superar a un doctor en Psicología de los tiempos modernos. 

Víctor Hugo en su clásico “Los Miserables”, nos da lecciones acerca del perdón y del cambio: herramientas que utilizo mucho como Terapeuta Familiar.

En el terreno de la técnica Watzlavick señala lo que hace el obispo con Jean Valjean, como un ejemplo de reestructuración, la cual es quizás una de mis técnicas favoritas. 

Me sale espontáneamente como la espada en manos de un buen ninja, que es una extensión de su mano. Reflexiona Minuchin que al integrar las técnicas como un buen guerrero o ninja, podemos ya no necesitar el libro de técnicas. 

He querido dejarles esa escena cumbre de una película de los Miserables del año 1978. Al verla comprenderán mejor estas breves notas.

 Como padres, parejas o entes sociales tendemos a generalizar las ideas que existen acerca del mal comportamiento.

Como maestros también podemos cargar con una mochila de etiquetas negativas para algunos de nuestros alumnos. Etiquetamos a nuestros hijos y a nuestros cónyuges. Nos quedamos en esas etiquetas y no le damos la oportunidad del cambio a los otros.

Los juzgamos como ladrones, infieles, desobedientes, violentos. No tenemos compasión y mucho menos la capacidad de ver más allá de las apariencias. El obispo, al igual que Jesús, no juzga por las apariencias. Cree en el perdón. Cree en el cambio. Cree que hay algo profundamente bueno en el alma de Valjean. 

No lo trató como ladrón, lo trata como amigo y como alguien que puede cambiar sus pensamientos de odio y rencor. Él puede devolver el mismo regalo recibido a otros. 

Esa habilidad del obispo de tratar a un ladrón como si no lo fuera es la reestructuración. Diversas situaciones deben ser reestructuradas para lograr el cambio. 

En este encuentro recae en Valjean la responsabilidad de cambiar. Recibe un gran obsequio. Saldrá como un hombre rico materialmente, pero si sale con pensamientos mezquinos, con odio y rencor: será un miserable, un esclavo de pensamientos infraniveles.

 Podemos sacar lo mejor de nuestros hijos, cónyuges y amigos. Podemos tratarlos como si no fueran lo negativo que son y arriesgarnos a tratarlos como si fueran eso que creemos que son en su alma y que podrán lograr con un serio cambió que transforme sus vidas y las saque de la miseria emocional y que superen la desdicha familiar y conyugal.

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