Las críticas hacen mucho daño a las relaciones de pareja y con los hijos.
El modo crítica se torna automático, se puede convertir en una necesidad enfermiza de cuestionar a los demás y criticarlos constantemente o en una ceguera para ver lo bueno que hacen, así como los esfuerzos que realizan para cambiar.
Las críticas constantes dañan nuestras relaciones y debemos cambiar ese hábito dañino.
Aprender mejor a dialogar cuando estemos calmados, sin enojos y en un momento adecuado.
Evitar culpabilizar al otro y eliminar esa tendencia casi patológica de creer que siempre tenemos la razón. Dejar de asumir rol de sordos frente a las demandas de los demás.