Un grupo de genetistas lograron identificaron dos linajes del extinto animal y determinaron que ambos coexistieron con los humanos durante milenios.
La extinción del rinoceronte lanudo ‘Coelodonta antiquitatis’ hace aproximadamente 14.000 años probablemente no se debió a una excesiva caza por parte de los humanos, sino a un cambio climático en el extremo noreste de Eurasia, según determinó un estudio publicado el jueves en la revista Current Biology.
Los autores llegaron a esta conclusión después de realizar un meticuloso análisis de los genes extraídos de los restos de 14 ejemplares del desaparecido herbívoro extraídos del permafrost en dos regiones de Lejano Oriente ruso. El ADN de cada ejemplar se pudo recuperar solo parcialmente, pero el de su pariente vivo más próximo, el rinoceronte de Sumatra (que se encuentra actualmente en grave peligro de extinción), ayudó al equipo internacional de científicos a reconstruir sus genomas en su integridad.
La comparación de información genética permite tanto esclarecer el origen de las especies como determinar, dentro de cada una, lo numerosa que era su población y si esta tuvo oportunidad de cruzarse con otras poblaciones.
El estudio se enfocó en esta diversidad genética y estableció que el tamaño de la población del rinoceronte lanudo vivió una expansión hace aproximadamente 29.700 años y permaneció constante desde entonces hasta la época del nacimiento del último individuo secuenciado. Fueron identificados también dos linajes separados de estos animales que coexistieron hasta varios cientos de años antes del supuesto evento de extinción.
El tamaño de la población es proporcional a su nivel de diversidad genética y grado de endogamia (la práctica de mezclarse entre individuos de ascendencia común), explicó en declaraciones a AFP el genetista sueco Love Dalén, quien dirigió la investigación.
El genoma más completo correspondía a un rinoceronte que vivió hace 18.500 años, un tiempo en el que la endogamia de la especie era baja y su diversidad alta. Este ejemplar «pertenecía a una gran población y sus antepasados también debieron haber pertenecido a una gran población», estimó el científico.
Entre la caza y el calentamiento
La caza del rinoceronte era uno de los temas reflejados en las pinturas rupestres, algo que hizo desde hace décadas relacionar la extinción del ‘Coelodonta antiquitatis’ con un exceso de caza por parte de los humanos. Así, los arqueólogos encontraron en el siglo XX varios asentamientos en las regiones rusas de Sajá (Yakutia) y Chukotka que evidenciaban una presencia humana en la zona exactamente en la época en la que se produjo el fin del rinoceronte lanudo, hace 14.000 años.
No obstante, los hallazgos más recientes permitieron revisar la fecha de la llegada del ‘Homo sapiens’ a la región: los primeros yacimientos con indicios de ocupación humana tienen cerca de 30.000 años. A partir de esta fecha, se puede observar cuántos milenios duró la coexistencia humana con los rinocerontes en esos territorios subárticos sin que la diversidad de la población de la especie se viera afecta.
«Eso hace que sea más probable que los cambios climáticos que ocurrieron hace unos 14.000 años sean el principal impulsor de la extinción, en lugar de los humanos», resumió Dalén, refiriéndose al calentamiento ocurrido en la fase final de la última Edad de Hielo, hace entre 14.700 y 12.900 años.
El rinoceronte lanudo, un animal de gran tamaño con un peso que alcanzaba hasta las dos toneladas, estaba bien adaptado al frío y a los vientos subárticos. El estudio genómico puso al descubierto varias mutaciones que le ayudaron a adaptarse mejor a este clima extremo, como una que le proveyó de un receptor especial en la piel para medir la temperatura del ambiente. No obstante, según concluyó el equipo científico, a la especie le resultó mucho más difícil adaptarse al cambio que supuso el repentino aumento de las temperaturas globales.