Su sobrenombre hace referencia a su característico y notable abdomen traslúcido que en algunas ejemplares deja ver órganos internos como el corazón y las vías digestivas. Esta especie se ha visto amenazada por la deforestación de su hábitat, la expansión de la agricultura, el descenso de las aguas y los pesticidas.

Una rana nativa de las laderas orientales de los Andes bolivianos fue vista en ese país suramericano este mes, por primera vez después de 18 años.

El descubrimiento de la llamada rana de Bejarano (‘Nymphargus bejaranoi’) fue hecho por una equipo de investigación el pasado 8 de enero en una zona de bosques nublados de montaña en el Parque Nacional Carrasco, al este de la ciudad de Cochabamba, durante una misión para rescatar reptiles y anfibios que están amenazados por la puesta en marcha del proyecto hidroeléctrico Ivirizu en ese territorio.

De acuerdo con el diario local Los Tiempos, fueron avistados en total cinco ejemplares machos. Dos de ellos fueron reubicados en un sector lejos de la intervención humana y los restantes se trasladaron a un centro de investigación para ser estudiados y lograr que se reproduzca en cautiverio en favor de su repoblamiento. Su época reproductiva es de diciembre a febrero y los huevos son cuidados por los machos.

Esta especie es conocida también como ‘rana de cristal’, sobrenombre que hace referencia a su característico y notable abdomen traslúcido que en algunos ejemplares deja ver órganos internos como el corazón y las vías digestivas. Miden entre 19 y 24 milímetros y pesan de 70 a 80 gramos aproximadamente. Las recién encontradas se caracterizaban por tener la parte posterior del vientre transparente y el pecho (parte anterior) de color blanco.

“Un rayo de esperanza”

Los integrantes del colectivo científico partícipe, Rodrigo Aguayo y Oliver Quinteros, del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny, y René Carpio, del Centro de Biodiversidad y Genética de la Universidad Mayor de San Simón —todos en Cochabamba—, aseguran que este redescubrimiento ofrece “un rayo de esperanza” para el futuro de esa rana, considerada una de las “más carismáticas del mundo”, así como de otras especies de anfibios y reptiles amenazados.

“Para la ciencia, y principalmente para el planeta, perder una especie es un golpe durísimo a la biodiversidad porque cada una responde a muchísimos años de evolución y tiene una función biológica dentro del ecosistema. Saber que la rana está ahí ha sido buenísimo, y ya recuperamos el material genético que tiene un valor incalculable“, explicó Aguayo.

La población de ranas de montaña como esta, así como otros miembros de la familia Centrolenidae, ha disminuido en las últimas tres décadas en Bolivia y Latinoamérica en gran medida como resultado de un hongo patógeno mortal (causante de la quitridiomicosis) y el cambio climático. No obstante, la ‘Nymphargus bejaranoi’ se ha visto amenazada principalmente por la deforestación de su hábitat, la expansión de la agricultura, el descenso de las aguas y los pesticidas.

Es por ello que Aguayo y sus compañeros instan a las autoridades del Servicio Nacional de Parques de Bolivia a adoptar medidas que vayan en favor de la preservación de los animales del parque natural, ya que es una zona de gran endemismo porque alberga especies únicas en el mundo.

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