La familia de origen, aquella donde nacemos y nos creíamos, determina en gran parte lo que somos.
En ese ambiente que abarca lo educativo, lo cultural y lo emocional: vamos configurando un carácter y una personalidad.
Vamos asumiendo pautas que las llevaremos a nuestros futuros escenarios de vida, incluyendo la familia nuclear que formaremos.
Cómo manejamos nuestras emociones, cómo expresamos la rabia, la ira, cómo expresamos el dolor: en gran parte lo aprendemos de nuestras familias.
En lo emocional la familia es nuestra primera escuela, luego socializando, leyendo, en estudios realizados o en la terapia familiar, podemos ir variando modos emocionales de reaccionar que descubrimos nos quitan felicidad o que maltratan a nuestros hijos y al cónyuge,
Familias que manejan mal el miedo.
Algunas que se preocupan mucho por el futuro, tienen una visión catastrófica de la vida, pueden cosechar hijos ansiosos y a veces con ataques de ansiedad. Son muy vulnerables a la presión y al estrés y son guiados en gran parte por sus preocupaciones.
La culpa puede guiar a otras familias. Abundan secretos familiares y los problemas persisten por que se evade la solución. Otro sentimiento que les acompaña es la vergüenza.
En esa escuela emocional que es la familia, los padres debemos hacer conciencia de que nuestros hijos van aprendiendo nuestras formas maduras de afrontar los conflictos y problemas o van aprendiendo nuestras formas inmaduras e infantiles de conducirnos.
Padres que chantajean a sus hijos y cónyuge asumen poses inmaduras. Separarse con frecuencia del cónyuge. Dormir en camas separadas, irse de la casa donde los padres, reconciliarse para luego romper y volver: son juegos infantiles que le vamos enseñando a nuestros hijos para que ellos también los jueguen de adultos con su pareja y con sus hijos.
La Terapia Familiar nos ayuda a descubrir ese mundo emocional que hemos ido creando al calor de la familia de origen, podemos quedarnos con lo mejor y desechar aquello que nos causa dolor y le causa desdicha a quienes nos acompañan: nuestros hijos y pareja.
La Terapia Familiar está enfocada al cambio. Es sistémica. Siempre procuramos trabajar con la pareja, sólo a veces con un sólo cónyuge cuando el otro no quiere asistir. Se trabaja con la familia, con los hijos.
Se pueden integrar otras generaciones como abuelos o tíos, de acuerdo al tipo de familia. Al entrar en el conocimiento de nuestra familia, aprender a escucharnos y respetar la historia de otros: abordamos el tren de cambio para crecer y ser mejores hijos, mejores padres y mejores esposos.