Creemos en general que el amor nos llega como un influjo que no controlamos, o como una atracción química que a primera vista nos hace latir rápido el corazón, nos provoca ansiedad y una sensación en el estómago.
Si es así el amor, escapa de nuestra voluntad y sería un tirano que pudiera elegir a personas inadecuadas, a las que estaríamos obligados a amar, aunque ese amar nos cree infelicidad y hasta pueda acabar literalmente con nuestras vidas.
Erich Fromm escribió el libro el Arte de amar y algunas de sus conclusiones son que el arte se aprende, y el amor concebido como un arte también se puede aprender. La pasión, el enamoramiento, serían estados diferentes.
El amor requiere cuidado y preocupación por quien decimos amar. El concepto va más allá de lo erótico y lo romántico.
El verdadero amor sería la solución de muchos de nuestros males sociales. Desaparecerían los políticos y funcionarios corruptos que viven con holgura y placeres sobre la miseria del pueblo.
Tendríamos servicios brindados con calor humano y entrega en la salud, educación, transporte y otros. El amor nos valida como seres humanos y nos aleja del egoísmo.
Con nuestra pareja creamos la vía para compartir nuestra soledad existencial y lograr un dar y recibir justo, pensando en las necesidades mutuas, supliendo las necesidades emocionales, físicas y las relativas al placer compartido y trascender desde el egoísmo al amor auténtico que debemos empezar a aprender y ponerlo en práctica.