Santo Domingo, RD.- Séptima vuelta. El intratable brasileño monta un espectáculo inigualable, con aceleraciones alucinantes, en un trazado insuperable en sus obstáculos hasta para los más osados que pisaron aquella serpiente. Pero algo huele muy mal “en Dinamarca” con Ayrton Senna.
Era primero de mayo de 1994 (GP San Marino, Italia), el carioca comenzaría un duelo a muerte ante el alemán Michael Schumacher, bajo un mentiroso cielo despejado, que escondía lo que habría de ocurrir apenas comenzaba la competencia. Senna iba en precaria pero sustentada ventaja, con su insuperable talento y azotando el acelerador.
El brasileño había mostrado gran disgusto por un coche que si bien tenía excelente desarrollo, resultaba muy incómodo en su habitáculo. Lo que la escudería ganaba en potencia lo echaba a perder con la poca fiabilidad que aportaba. Y Senna hizo que le modificaran su cabina para sentirse desahogado.
Empero, el paulista llevó el coche a lo máximo, en una curva que no presagiaba nada bueno, tras la muerte de Roland Ratzenberger en otra quebradiza del trazado en la clasificación de ese Gran Premio, período que terminó siendo llamado “fin de semana maldito”; lo cual, incluso, produjo la protesta del propio Senna, quien no quería salir a correr la magna prueba por solidaridad póstuma con su homólogo.
Sin embargo, el legendario piloto no tuvo más que aceptar “su calvario glorioso”. En la cita dominical también hubo un accidente apenas salieron los bólidos entre dos pilotos. En el periplo provocado por el choque de seis vueltas bajo el “Safety Car”, hubo otro suceso que marcaría la desgracia inminente.
Senna presionaba la carroza a que apurara un ritmo que consideraba muy lento, en su afán por ganar distancia contra su gran verdugo, Schumacher. Sabía que el alemán jamás le daría riendas a sus anchas, lo que le llevó a buscar la mayor potencia posible a su huidizo coche y sostener el dominio inicial.
La tensión por gravedad-exigencia se manifestó en el fatídico séptimo tramo: el brasileño metió el acelerador a más no poder y en vez de responder con fiabilidad en la curva de Tamburello, el coche siguió recto, mientras Senna quedaba con el guía en las manos, al desprenderse de su varilla.
El venerado ecuménico se iba de este mundo a 280 k/h (iba a 305 k/h justo antes en la pista), en la salida de la curva, en el circuito Enzo y Dino Ferrari, en ciudad Imola. Las partes más mortales impactaron el casco, una de las cuales cruzó hasta sacarle partes del cerebro.
Senna murió al instante al ser traspasado por un perdigón de la llanta delantera derecha, cuando su Williams FW16 no pudo aparentemente aguantar el sobresalto a que fue sometido el coche, o más bien el osado piloto no pudo concretizar la maniobra con la ultrasónica velocidad.
Aunque el contexto del accidente creó muchas suspicacias, una investigación de la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) “no encontró evidencias” de que se tratare de errores humanos o conspiración.
El portentoso volante llegaba al Mundial ¨94 como favorito –como siempre, por encima del rendimiento del coche- , pero en las primeras dos citas debió abandonar por accidentes y con la “pole position” en las tres citas. Tal fatalidad lo colocó en máxima exigencia de ganar en Italia para descontar 20 puntos que le había sacado Schumacher, quien ganó ambas carreras.
CALIDAD
Carisma
El talento con que maniobraba a era tal, que aún con bólidos de bajo perfil en la mayoría de sus campañas, siempre fue altamente competitivo.
Tributo
El más temido logró tres títulos (1988, 1990, 1991) y subcampeonatos en 1989, 1993; todo mientras corría para McLaren. Ganó 41 GP´s, 80 podios, 65 posiciones de salida.
Tributo
En el 2016, en el programa Top Gear pasaron una gran cantidad de pilotos, incluidos Schumacher, Fernando Alonso, Lewis Hamilton, Mikka Hakkinen y David Coulthard afirmaron que el brasileño es el más grande.