He observado muchos casos que luego de la muerte de un hijo o de un familiar muy cercano, se genera un duelo con los efectos y síntomas conocidos, pero a veces se agrava una crisis en la pareja sea porque un progenitor culpa al otro de algún descuido que favoreció la muerte de un hijo o por la tristeza y depresión que puede generar la pérdida, quitándole al cónyuge en duelo cualquier interés sexual o por no tener motivación en continuar la relación de pareja.
Se pueden presentar cambios en todo el sistema familiar, afectar a los hijos o a otros familiares cercanos.
Buscar ayuda profesional a tiempo puede evitar separaciones innecesarias; recibir terapia para superar el duelo es muy beneficioso.