En pocos meses se puede pasar de ser jugador social a apostador a gran escala.
Un estudio realizado por la Universidad de Oxford (Inglaterra, Reino Unido) demostró la relación entre las apuestas en juegos de azar y el aumento del riesgo de mortalidad en un 37 %.
Tanto esta consecuencia como el vínculo con daños financieros y un estilo de vida negativo no distinguen género ni edad, por lo que los autores advierten que un jugador social se puede convertir en compulsivo en cuestión de meses.
Estos especialistas analizaron datos bancarios anónimos de unas 100.000 personas, relevaron que su gasto anual medio en apuestas rondaba los 1.850 dólares y observaron que el 1 % destinó el 58 % de sus ingresos a ese fin, como refleja su investigación publicada en Nature Human Behaviour.
“La conclusión sorprendente es la medida en que incluso los niveles bajos de juegos de azar están asociadas con ese daño” a la salud, expresó Naomi Muggleton, del departamento de Política Social e Investigación de Oxford, quien lideró el estudio.Esta especialista advirtió sobre los efectos del juego en los sectores de menos recursos y señaló el peligro de que les afecte de manera desproporcionada por circunstancias como la publicidad y la ubicación en barrios empobrecidos, algo que “podría tener implicaciones para las políticas de salud pública”.
De hecho, Muggleton afirmó que su trabajo muestra que “la angustia financiera, los males sociales y la peor salud son más frecuentes entre los jugadores de bajo nivel”.
Problemas financieros
En cuanto a las consecuencias financieras, un aumento del 10 % en el gasto absoluto de los juegos de azar está asociado con un incremento de la toma de préstamos de día de pago del 51,5 % y con un 97,5 % de posibilidad de incumplimiento de los pagos hipotecarios.
“Más juego está asociado con un riesgo más alto de desempleo y discapacidad física a futuro”, subraya el documento, que asegura que existe una proporción negativa entre el dinero que se destina a apuestas y el utilizado para cuidado personal, actividades sociales, educación o pasatiempos y que existe un vínculo entre esa práctica y el aislamiento social o la dificultad para dormir.