El reptil, bautizado como ‘Chelus orinocensis’, es común en la cuenca del Orinoco y Río Negro en América del Sur.

Un equipo internacional de investigadores ha descubierto gracias a pruebas genéticas una nueva especie de tortuga matamata, según confirmaron las Colecciones de Historia Natural Senckenberg de Dresde (Alemania) en un comunicado publicado este 21 de abril.

Las tortugas matamata, que pueden medir hasta 53 centímetros, tienen un inusual aspecto que les permite cazar pasando inadvertidas, puesto que por la forma y el color de su caparazón parecen piedras cubiertas de algas bajo el agua. Cuando se acerca una presa, abren repentinamente su gran boca y se la tragan entera.

“Aunque estas tortugas son reconocidas ampliamente por su extraña apariencia y sus inusuales hábitos alimenticios, sorprendentemente se sabe muy poco sobre su variedad y genética“, explicó Uwe Fritz, profesor de las Colecciones de Historia Natural Senckenberg, y agregó: “Hasta ahora se suponía que solo había una especie de esta tortuga acorazada extendida en Sudamérica”.

Los investigadores analizaron 75 muestras de ADN y descubrieron que existen dos especies de tortuga matamata genética y morfológicamente claramente distinguibles. La nueva especie, a la que se le ha dado el nombre de ‘Chelus orinocensis’, es común en la cuenca del Orinoco y Río Negro, mientras que la ‘Chelus fimbriata’ (la única conocida hasta hace pocos días) vive exclusivamente en la cuenca del Amazonas.

Según el estudio, publicado en la revista Molecular Phylogenetics and Evolution, la separación de las dos especies se produjo en el Mioceno Tardío, hace unos 13 millones de años. Durante ese período, la entonces cuenca del Amazonas-Orinoco se separó en las dos cuencas fluviales de hoy. Por eso numerosas especies de animales acuáticos se separaron espacialmente y se desarrollaron genéticamente de manera autónoma.

Mario Vargas-Ramírez, principal autor del estudio de la Universidad Nacional de Colombia, subrayó que el descubrimiento de la nueva especie significa que la tortuga matamata, que a menudo es objeto de tráfico ilegal, debería ser clasificada como en peligro de extinción. “Hasta ahora, la especie no se consideraba en peligro de extinción debido a su distribución. Nuestros resultados muestran que, debido a la división en dos especies, su población es más pequeña de lo que se suponía anteriormente”, afirmó.

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