El Gobierno recurrió a la medida ante la escasez de trabajadores calificados. Desde la crisis de 2009, más de un millón de griegos se han ido del país en busca de un futuro mejor.

Mientras las empresas progresistas de todo el mundo se centran en evitar las renuncias de sus empleados contemplando recortes de jornadas laborales y la introducción de una semana laboral de cuatro días en pos del bienestar y la felicidad del personal, Grecia tomó un rumbo contrario al ampliar la semana laboral hasta seis días.

La medida, aprobada en otoño, entró en vigor este lunes y permite a las empresas griegas de funcionamiento continuo, así como a determinadas plantas e industrias, imponer las semanas de 48 horas de trabajo unilateralmente. La sexta jornada no puede exceder ocho horas y supone también una remuneración adicional del 40 % del salario diario y del 115 % en el caso de que coincida con un feriado, con derecho a un día libre adicional durante la siguiente semana.

La nueva legislación no debería aplicarse a los trabajadores de los sectores del turismo y la restauración, y en el caso de los ya existentes turnos de noche de cinco días, de 00:00 a 6:00, se prohíbe rotundamente la sexta jornada nocturna.

Con la iniciativa, el Gobierno griego pretende aumentar la productividad para mejorar el desempeño económico en un momento en que la población envejece y los trabajadores calificados escasean. Se estima que desde la crisis de deuda de 2009 alrededor de 500.000 griegos, en su mayoría jóvenes con educación, se fueron del país en los cinco años siguientes en busca de mejores oportunidades laborales y un futuro más próspero. En total, entre 2010 y 2022 más de un millón de griegos han abandonado el país.

La semana laboral de seis días no es obligatoria, pero del mismo modo queda en entredicho si los empleados que se nieguen a aceptarla no perderían su trabajo. Por otro lado, con la inflación actual muchos griegos se ven obligados a tener dos empleos para llegar a fin de mes y la sexta jornada laboral podría mitigar esa situación.

Los sindicatos ya hicieron saltar las alarmas por la eventual creación de las condiciones de trabajo “bárbaras”, recordando que las empresas tienen derecho a exigir que el personal trabaje dos horas extras no remuneradas al día en una semana laboral de cinco días a cambio de más tiempo libre, cuando en realidad no lo compensan de ninguna manera. Las inspecciones gubernamentales son “prácticamente inexistentes”, y al final la nueva medida derivaría en “13 horas de trabajo al día y 78 horas de trabajo por semana”, estimó una de las agrupaciones.

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