Seguidores del movimiento sadrista tratan de impedir que la formación de Gobierno sea liderada por otra alianza chiita apoyada por Irán.

Este lunes, la capital de Irak ha amanecido con un fuerte despliegue de seguridad en medio de las masivas protestas que se desarrollan en el país desde el pasado miércoles. Los vehículos militares entraron en la Zona Verde en el centro de Bagdad —un área fortificada que alberga edificios gubernamentales y sedes diplomáticas extranjeras— en la madrugada, reportaron medios locales.

Las fuerzas de seguridad también levantaron en esta jornada las barreras de concreto ante los temores de una mayor escalada de tensiones por las contraprotestas de grupos chiitas rivales de los manifestantes que mantenían una sentada en el Parlamento por tercer día consecutivo.  

La toma del Parlamento

Los disturbios en Bagdad estallaron el miércoles 27 de julio, cuando cientos de partidarios del influyente clérigo chiita Moqtada al Sadr, que dio nombre al movimiento sadrista, irrumpieron en el edificio del Parlamento iraquí en protesta contra la decisión de nombrar a Mohammed al Sudani como candidato para el cargo de primer ministro del país.

En junio, el partido de Al Sadr abandonó las conversaciones para formar el Gobierno, lo que les dio a sus rivales de la coalición la mayoría necesaria para avanzar en el proceso. Asimismo, la alianza de partidos chiitas, Marco de Coordinación, respaldada por Teherán, propuso la candidatura de Al Sudani, y señaló su disposición para formar el Gobierno.

Durante el sábado, fueron miles los seguidores de Al Sadr que asaltaron el Parlamento por segunda vez en rechazo a los intentos de consolidar un nuevo Gobierno, liderados por grupos apoyados por Irán.

Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en los que los uniformados usaron gases lacrimógenos y granadas aturdidoras mientras la muchedumbre se valía de cuerdas y cadenas para derribar los muros elevados alrededor de la zona fortificada, se saldaron con decenas de heridos.

Al entrar en el Parlamento, los sadristas izaron la bandera iraquí y lucieron retratos del líder de su movimiento, que había instado a realizar una sentada en la Zona Verde. El primer ministro interino, Mustafa al Kadhimi, pidió a las fuerzas de seguridad que protegieran a los manifestantes, a quienes, a su vez, pidió que se manifestaran de forma pacífica.

El domingo, la sentada de los seguidores del clérigo chiita, acampados en el edificio gubernamental, continuó, aunque se caracterizó por bailes, rezos y eslóganes que los congregados coreaban en el interior, así como las siestas que se echaron en los sofás y en el suelo.

Los manifestantes sadristas, que actualmente permanecen en el Parlamento por tercer día consecutivo, se comprometieron a seguir con la sentada por tiempo indefinido. Por su parte, el Marco de Coordinación convocó una contraprotesta para este lunes, aunque instó a sus seguidores a que no entraran en la Zona Verde y esperaran “instrucciones”.

Vacío político

Desde las elecciones federales de octubre del año pasado, en Irak se generó un vacío político. En medio de las tensiones, avivadas por la presentación de la candidatura de Al Sudani para el cargo de primer ministro, Al Sadr instó el domingo a una “revolución“, a un cambio del sistema político y la Constitución, invitando también a las tribus iraquíes a unirse a su campaña.

Los rivales del clérigo interpretaron su discurso como una llamada a un golpe de Estado, aunque incluso entre los líderes del Marco de Coordinación hubo discrepancias sobre las formas de proceder en la lucha política.

El principal rival de Al Sadr, el ex primer ministro Nouri al Maliki, que encabeza la alianza del Marco, y el líder chií Qais al Khazali, parecían liderar la llamada a las protestas. Por su parte, el líder de la Alianza Fatah, Hadi al Ameri, pidió control y moderación, según dos funcionarios políticos chiíes que hablaron con AP bajo condición de anonimato. Kataib Hezbollah, otra milicia con apoyo iraní, sugirió que no participará en las protestas.

En el caso de que las protestas escalen aún más, sería lo más cerca que han estado de una confrontación los seguidores de Al Sadr y Al Maliki desde 2008, cuando el ex primer ministro lideró al Ejército de Irak para expulsar a la milicia anterior del clérigo, el Ejército Mahdi, de la ciudad sureña de Basora. Los dos hombres, influyentes en el país, han sido enemigos acérrimos desde entonces.

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