Hay tantas cosas delicadas y quebradizas como una taza. Al romperse no las podemos recomponer de forma igual a la original. Nuestra salud mental es un precioso regalo que tenemos. En ocasiones el exceso de estrés perturba esa salud y la perdemos. Hay que cuidar nuestros pensamientos y hay que cuidar nuestra flexibilidad.
La rigidez excesiva puede romper nuestra salud mental.
Al tocar los trozos rotos de tan hermosa taza me pregunto si un milagro restaurará la otrora armonía que me permitía tomar una taza de café o degustar un estimulante té. Cuando pisoteamos nuestras relaciones significativas dejamos heridas que no permiten el brillo pasado del vínculo herido.
Nuestras palabras hieren y causan dolor. Nuestras dudas dañan honras. Pero a veces, golpeamos físicamente y aspiramos que la taza, que se fracturó en el suelo, nos de placer y nos brinde el aroma de un amor maltratado y cansado.
Si la amistad se parece a algo diría que es similar a la gallarda taza rota. Los tantos trozos solo sirven para causar heridas de los recuerdos de la injusticia, la hipocresía y la falta de solidaridad.
Hay cosas que no se deben romper. Si se rompen tal vez no las podamos componer o sencillamente serán, si se arreglan, una mala copia de la original.