Esta zona, con una altitud superior a los 8.000 metros, se caracteriza por una concentración de oxígeno extremadamente baja.

El ascenso al Monte Everest, de 8.848 metros de altura, entraña un peligro mortal para los escaladores cuando estos alcanzan la llamada ‘zona de la muerte’. Se trata de una zona, situada a más de 8.000 metros, donde la concentración de oxígeno es tan baja que el cuerpo empieza a morir de hipoxia y se descompone lentamente. Trastornos fisiológicos como infartos cardíacos, accidentes cerebrovasculares y pérdida de la conciencia se hacen manifiestos a estas altitudes muy por encima del nivel del mar.

“Tu cuerpo se descompone y, esencialmente, está muriendo”, comentó a Business Insider Shaunna Burke, escaladora del Everest. “Se convierte en una carrera contrarreloj”, agregó. Por su parte, el alpinista David Breashears explica que, a más de 8.000 metros sobre el nivel del mar, el aire tiene tan poco oxígeno que incluso con tanques de aire adicionales uno se siente como si estuviera “corriendo en una caminadora y respirando con una pajita”. En la ‘zona de la muerte’, los niveles de oxígeno en el aire son un 40% más bajos que a nivel del mar.

Riesgo de ataques cardiacos

Jeremy Windsor, un médico que escaló el Everest en 2007, dice que las muestras de sangre tomadas de cuatro montañistas en la ‘zona de la muerte’ revelaron que sobrevivían con solo una cuarta parte del oxígeno que necesitaban. “Eran comparables a las cifras encontradas en pacientes al borde de la muerte“, dijo Windsor. Cuando la cantidad de oxígeno en la sangre cae por debajo de cierto nivel, la frecuencia cardíaca se dispara hasta 140 latidos por minuto, lo que aumenta el riesgo de sufrir un ataque al corazón.

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Demasiada hemoglobina

A altitudes elevadas, el cuerpo comienza a producir más hemoglobina para compensar el déficit de oxígeno; pero demasiada hemoglobina puede espesar la sangre, lo que dificulta que el corazón la bombee. Eso puede provocar la acumulación de líquido en los pulmones, el llamado edema pulmonar de altura (HAPE, por sus siglas en inglés). Los escaladores con HAPE siempre tienen dificultad para respirar, incluso cuando descansan.

Hipoxia cerebral

Si el cerebro entra en hipoxia, puede comenzar a hincharse, causando una afección llamada edema cerebral de altura (HACE, por sus siglas en inglés). En estas condiciones el cerebro de los escaladores también puede comenzar a hincharse, lo que puede provocar náuseas y una forma de psicosis de altura que hace que olviden dónde están y entren en un delirio. A menudo los escaladores hipóxicos hacen cosas extrañas como empezar a quitarse la ropa o hablar con amigos imaginarios.

Insomnio, ceguera de la nieve y vómitos

Burke dijo que mientras escalaba sufría de una tos constante e implacable. “Cada segundo o tercer aliento, tu cuerpo jadea por aire y te despiertas“, dijo. El aire es tan enrarecido que no puedes dormir bien. El resplandor de la nieve y el hielo interminables puede causar pérdida temporal de la visión o ruptura de los vasos sanguíneos de los ojos (ceguera por la nieve). Las temperaturas en la zona de la muerte nunca superan los -17 grados centígrados. “Cualquier piel expuesta se congela instantáneamente”, dijo Burke.

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