Aunque el organismo mejoró sus proyecciones, constata una desaceleración en el crecimiento, que será mucho más bajo que en 2022.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado levemente su proyección de crecimiento para América Latina y el Caribe para 2023.
En su último informe sobre Perspectivas de la Economía Mundial, el organismo vaticinó que la región experimentará un crecimiento del 1,8 % en 2023, una décima más que lo que había pronosticado en octubre del año pasado.
Sin embargo, pese al leve incremento, el crecimiento económico regional se prevé que sea más bajo que la expansión del 3,9 % obtenida en 2022.
Para 2024, por su parte, el FMI estima en su último informe que América Latina y el Caribe crecerán un 2,1 %.
En el ‘top 10’ de países del organismo internacional, Guyana será el que más crecerá, con un 25,2 % en 2023 y un 21,2 % en 2024, seguido de San Cristóbal y Nieves (8,4 %), Venezuela (6,5 %), San Vicente y las Granadinas (6 %), Santa Lucía (5,8 %), Antigua y Barbuda (5,6 %), Barbados (5 %), Dominica (4,8 %), Belice (4,5). Con un 4,3 % ocupan el décimo puesto Paraguay, República Dominicana y Bahamas.
En cuanto a México, el FMI estima que su crecimiento será del 1,7 % en 2023 y del 1,6 % en 2024; mientras que para Argentina será del 2 % en ambos años. Por su parte, Brasil crecerá un 1,2 % y un 1,5 %; Bolivia un 2,9 % y un 2,8 %; Colombia un 1,1 % y un 2,1 %; Ecuador un 3 % y un 2,8 %; Perú un 2,5 % y un 3,2 %; mientras que para Uruguay vaticina un crecimiento del 3,6 % y del 2,7 %.
Para Chile el organismo proyecta un decrecimiento del 1,5 % en 2023 y una recuperación del 1,9 % en 2024.
“Un año desafiante”
El FMI destaca que las economías de América Latina “se mantuvieron bien” en 2022, pese a los impactos del conflicto entre Rusia y Ucrania y al alza de las tasas de interés a nivel mundial.
“En 2022, la economía de la región se expandió casi un 4 %, el empleo se recuperó con fuerza y el sector de servicios se recuperó del daño causado por la pandemia“, sostiene el organismo en un artículo escrito por los analistas Gustavo Adler, Nigel Chalk y Anna Ivanova, publicado este miércoles.
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Asimismo, indica que las presiones inflacionarias están retrocediendo en muchos países debido a los esfuerzos tempranos y decididos de los bancos centrales, así como a los precios mundiales más bajos de los alimentos y de la energía.
Sin embargo, pese a que hay noticias alentadoras sobre el crecimiento y la inflación, “es probable que 2023 sea un año desafiante para la región”, concluyen los analistas en el artículo, en el que alertan que los disturbios y la parálisis política que se viven en Latinoamérica podrían tener consecuencias para la actividad económica.
“La posibilidad continua de disturbios y parálisis política tiene el potencial de erosionar la confianza y de pesar sobre la actividad económica”, manifiestan.
Tensiones sociales
En el artículo no mencionan ninguna de las crisis políticas y sociales que han estallado en las últimas semanas en países como Perú y Brasil, si bien constatan que “el creciente descontento social y la disminución de la confianza en las instituciones públicas ha sido una tendencia importante en la región desde hace algún tiempo”.
“Las tensiones sociales ciertamente se exacerbaron durante la pandemia. Las personas más pobres, en particular las que trabajan en servicios presenciales, fueron las más afectadas por las consecuencias económicas. Si bien el apoyo del gobierno ayudó, muchos no pudieron aislarse por completo del impacto negativo, como lo demuestra el notable aumento de la pobreza“, reza el documento.
Los analistas indican que “a pesar de las dificultades evidentes”, las políticas “deben centrarse en asegurar la estabilidad económica, estimular el crecimiento y la creación de empleo, apoyar el espíritu empresarial y atender las necesidades sociales apremiantes que enfrentan muchas personas en la región”.
De esta forma, resaltan, se contribuirá a “mitigar el descontento social y restaurar la confianza en las instituciones públicas”.