Los datos de las mediciones de campos magnéticos y de radiación de partículas energéticas fueron tomados por la sonda Voyager 2 de la NASA en 1986.
Un nuevo estudio dirigido por el Laboratorio de Física Aplicada (APL), que forma parte de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU.), que se basó en datos de hace unos 40 años, sugiere que una o dos de las 27 lunas de Urano, Ariel y/o Miranda, están expulsando parte de su material al espacio. Esta liberación de plasma se realiza a través de un mecanismo “desconocido y misterioso”, y una posible explicación es que una o ambas lunas heladas tienen océanos debajo de sus superficies heladas y arrojan material activamente.
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Los investigadores llegaron a estas conclusiones analizando nuevamente los datos de las mediciones de campos magnéticos y de radiación de partículas energéticas, tomados por el instrumento de partículas cargadas de baja energía, de la sonda Voyager 2 de la NASA, cuando sobrevoló el sistema de Urano en 1986. “No es raro que las mediciones de partículas energéticas sean un precursor para descubrir un mundo oceánico“, comentó Cohen, del APL y autor principal del nuevo estudio.
Evidencias de océanos helados
En el pasado, tipos de datos similares proporcionaron la primera evidencia convincente de que las lunas Europa (Júpiter) y Encelado (Saturno) eran fuentes de partículas y plasma, que probablemente se originaban en océanos líquidos debajo de sus superficies heladas. En el caso de Urano, lo interesante fue que “estas partículas estaban extremadamente confinadas cerca del ecuador magnético de Urano“, señaló Cohen. Las ondas magnéticas dentro del sistema normalmente harían que se extendieran, explicó, pero estas partículas estaban confinadas en el ecuador, entre las lunas Ariel y Miranda.
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Después de considerar varias posibles explicaciones, concluyeron que lo más probable es que las partículas provinieran de una luna cercana. El equipo sospecha que las partículas surgen de Ariel y/o Miranda a través de una columna de vapor similar a la que se ve en Encelado o mediante pulverización. “En este momento, se trata de 50-50, ya sea solo uno u otro“, subraya Cohen. “Los datos son consistentes con el potencial muy emocionante de que haya una luna oceánica activa allí”, manifestó. Los resultados del estudio se publicaron recientemente en la revista científica Geophysical Research Letters.