Esta extraña anomalía atmosférica interrumpe las comunicaciones globales, lo que podría ser peligroso, entre otras cosas, para los pilotos de aviones que dependen de los datos de GPS.
El pasado 26 de noviembre, un equipo científico internacional ha lanzado desde la pequeña localidad ártica de Ny-Alesund (archipiélago de Svalbard) un cohete bautizado Investigación de Irregularidades en Cúspides-5, o ICI-5, informó la NASA.
Se trata de la primera de las tres misiones en el marco de la Iniciativa del Gran Desafío (CUSP, por sus siglas en inglés), iniciada por científicos de la NASA y sus colegas de otras entidades de EE.UU. y otros países, que tiene como fin estudiar una anomalía atmosférica que ocurre en las regiones polares.
Embudos de líneas magnéticas
Cada segundo, el sol emana cerca de 1,5 millones de toneladas de material solar y, para protegernos del llamado viento solar, la Tierra cuenta con un campo magnético. Muchos creen erróneamente que este campo es circular, pero en realidad no es así.
“La mayor parte de la Tierra está protegida del viento solar, pero justo cerca de los polos, en el sector mediodía, nuestro campo magnético se convierte en un embudo a través del cual el viento solar puede llegar hasta la atmósfera”, explicó uno de los investigadores de la misión, el físico Mark Conde, de la Universidad de Alaska Fairbanks.
Son precisamente los efectos de estos embudos (o cúspides) lo que quieren examinar los científicos. El problema es que la afluencia del viento solar que se infiltra en nuestra atmósfera genera serios problemas en el funcionamiento de los satélites, las señales de radio y el sistema GPS.
Para conocer más sobre estos efectos, se desplegarán también las misiones CHI (Investigación de Calentamiento de Cúspides) y CREX-2 (Experimento Regional de Cúspides-2).
Densidad extra
La CHI será lanzada desde Svalbard, mientras que la CREX-2, desde la población noruega de Andenes. Estas dos misiones van a ocuparse de las turbulentas manchas de plasma denso que existen dentro de la región de la aurora. Estas manchas fueron descubiertas en 2004 y tienen una masa aproximadamente 1,5 veces mayor de lo normal.
“Puede parecer que una pequeña masa extra a unos 320 kilómetros de altura no es gran cosa”, afirmó Conde, investigador principal de la misión CREX-2. No obstante, si esto ocurriera a nivel del suelo, el cambio de presión causado por esta densidad extra “causaría un huracán continuo más fuerte que cualquier cosa vista en los registros meteorológicos”, advirtió.
Además, los científicos afirman que este fenómeno puede llevar a un mayor arrastre en los satélites a medida que orbitan la Tierra.
Interrupción del sistema GPS
Por su parte, la misión ICI-5 tiene como objetivo medir la turbulencia atmosférica en la cúspide. El problema es que cuando las señales de GPS y de comunicación atraviesan la atmósfera mientras esta está turbulenta, se vuelven confusas. Esto, a su vez, puede ser peligroso para los aviones y barcos que utilizan estos datos de GPS para navegar.
Pero por ahora no se sabe qué es exactamente lo que causa estos disturbios. Según el físico espacial noruego Joran Moen, de la Universidad de Oslo, también podrían ser resultado de las ondas eléctricas. Moen, quien encabeza la misión ICI-5, aspira a descubrir su causa exacta.
“La motivación es aumentar la integridad de las señales GPS”, afirmó.