Nuestro ideal de amor incluye muchas cosas y lo que menos que incluimos es el desapego.
Virginia Satir en su poema terapéutico “Mis Metas” nos invita a un tipo de amor que no anule a la otra persona. Debemos dejarla ser ella misma.
Ese tipo de amor no solo incluye el de la pareja. Cometemos el mismo error con los hijos. Nos apegamos y fusionamos, no les dejamos crecer su independencia y sus sueños propios. Queremos imponerles el oficio y la carrera.
En la relación de pareja podemos llegar a vivir “un amor maduro” cuando evadimos la fusión extrema; cuando nos resistimos a tener un control total de nuestra pareja.
Debemos dejar crecer la confianza y afrontar nuestros miedos al abandono que muchas veces se gestan en una infancia de abandono total o parcial por un progenitor o a una construcción en la primera infancia de un apego ansioso, por tener un cuidador no disponible en el momento de necesidades y no predecible.
Esto lo llevamos a nuestras relaciones en la adultez y podemos desarrollar inseguridad, miedos y celos que a veces pueden ser patológicos.
“Mis metas”, Virginia Satir“ Quiero amarte sin absorberte, apreciarte sin juzgarte, unirme a ti sin esclavizarte, invitarte sin exigirte, dejarte sin sentirme culpable, criticarte sin herirte, y ayudarte sin menospreciarte.
Si puedes hacer lo mismo por mí, entonces nos habremos conocido verdaderamente y nos podremos beneficiar los dos”.