Gracias a los restos momificados encontrados en 1886, ya se había determinado que ‘El valiente’ tenía la cabeza pequeña y alargada, así como el cabello negro, fino y rizado.
Un arqueólogo de la Universidad de Flinders en Australia, junto con un diseñador 3D de la asociación de superdotados Mensa de Brasil, reconstruyó el rostro del faraón egipcio Seqenenra Taa II, conocido como ‘El valiente’ de la dinastía XVII, que gobernó brevemente durante la ocupación de Egipto por los hicsos.
Las imágenes, publicadas la semana pasada en la revista OrtogOnLineMag, forman parte de un trabajo independiente de aproximación facial, a partir de los datos e investigaciones publicados previamente sobre el tema.
Los expertos lograron hacer una reconstrucción facial forense del faraón, tanto de su rostro en vida como de su estado ‘post mortem’, así como de la posición de los objetos causantes de las lesiones en su cráneo que lo llevaron a la muerte hace 3.500 años, aproximadamente.
El rostro de ‘El valiente’
Para la reconstrucción, se utilizaron tomografías y radiografías computarizadas del cráneo destrozado de Seqenenra Taa, que había sido encontrado en 1886 por el egiptólogo francés Gaston Maspero, en el complejo de templos funerarios y tumbas de Deir el Bahari, ubicado en la ribera occidental del río Nilo.
Los restos digitalizados fueron rellenados con el rostro de otro individuo que había sido digitalizado previamente, modificados hasta coincidir con la cara del faraón, en un proceso denominado deformación anatómica.
Gracias a los restos momificados encontrados, ya se había determinado que ‘El valiente’ era esbelto, con la cabeza pequeña y alargada, y el cabello negro, fino y rizado, de frente alta, nariz recta y ancha, datos con los que se pudo recrear su perfil digital.
Sin embargo, el color de piel, la forma de los ojos, pestañas y cejas son datos desconocidos, por lo que se encuadró en un enfoque subjetivo y se optó por la apariencia egipcia según los parámetros artísticos de la época, que pueden no reflejar necesariamente los hechos.
Posteriormente, se añadieron heridas digitales sobre la ceja derecha para que coincidieran con las del faraón, y con la ayuda de cráneos digitales con el cerebro expuesto, se pudo determinar con qué tipo de hacha habrían matado al faraón. Las imágenes revelaron que una de las heridas penetró en su cerebro.
Finalmente, para las imágenes ‘post mortem’, el equipo dejó los labios ligeramente abiertos y la lengua entre los dientes, así como algunas heridas y deformidades faciales que habrían sido provocadas durante el brutal asesinato.