Sin mejoras en la eficiencia del gasto, los ciudadanos enfrentarán una mayor carga tributaria.

Santo Domingo.- República Dominicana ha registrado un impresionante crecimiento económico en las últimas décadas, con un producto interno bruto (PIB) que promedia un aumentado del 5% anual. Sin embargo, la ineficiencia del gasto público, la creciente desigualdad y una preocupante deuda pública ensombrecen este avance. Optimizar el gasto público es crucial, pues aumentar los impuestos sin una reforma fiscal integral que elimine gastos innecesarios podría devastar la economía y la confianza ciudadana.

Incrementar los impuestos sin resolver primero los problemas estructurales en la gestión del gasto público es una estrategia miope y contraproducente. Aumentar los impuestos sin una reforma fiscal que sea efectiva puede desincentivar la inversión y el crecimiento económico, al reducir la competitividad del país y afectar tanto la inversión extranjera como la local. Además, sin mejoras en la eficiencia del gasto, los ciudadanos enfrentarán una mayor carga tributaria sin un aumento correspondiente en la calidad de los servicios públicos. Esta falta de reforma perpetúa las ineficiencias y la mala asignación de recursos, manteniendo un sistema tributario insostenible y perjudicial para el desarrollo del país. “Un sistema tributario ineficiente y una mala gestión del gasto público pueden erosionar la base económica y agravar las desigualdades” (Banco Mundial, 2021).

Antes de considerar cualquier aumento en los impuestos, es esencial implementar medidas que aseguren la eficiencia del gasto público. Una auditoría exhaustiva debe identificar y eliminar ministerios y direcciones redundantes, como fusionar el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo con la Dirección General de Presupuesto.

Además, se sugiere eliminar el Ministerio de la Juventud y el Ministerio de la Mujer, creando en su lugar un Ministerio de Familia, siguiendo el modelo exitoso de países como Chile, donde el Ministerio de Desarrollo Social y Familiar engloba múltiples secretarías que apoyan a diversos grupos sociales: la niñez, los jóvenes, los adultos, la familia, a personas en situación de calle, personas con discapacidad, personas indigentes y en extrema pobreza, etc. Esta reestructuración no solo generaría un ahorro significativo de millones de pesos anuales, sino que también optimizaría los recursos destinados a programas sociales, mejorando su eficiencia y efectividad en beneficio de toda la población.

De manera similar, las funciones de la Dirección General de Desarrollo Fronterizo pueden ser asumidas por el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Las responsabilidades de la Comisión Presidencial para el Desarrollo Provincial podrían transferirse a las gobernaciones provinciales, promoviendo una administración más local y eficiente. Además, las funciones del Consejo Nacional de Competitividad pueden integrarse en el Ministerio de Industria y Comercio, unificando estrategias y optimizando los recursos destinados a impulsar la competitividad del país.

Asimismo, evaluar y revisar los programas de subsidios garantizará que los recursos lleguen a los más vulnerables, eliminando los ineficientes. Una evaluación exhaustiva de los programas de subsidios existentes permitirá identificar cuáles de ellos realmente cumplen con su propósito de apoyar a los sectores más necesitados. Al eliminar aquellos subsidios que no demuestren eficiencia o que no estén alcanzando a las personas que más los necesitan, se pueden redirigir los fondos hacia iniciativas más efectivas. Esto no solo optimiza el uso de los recursos públicos, sino que también asegura que el apoyo gubernamental tenga un impacto tangible y positivo en la reducción de la pobreza y la desigualdad. Además, la revisión continua de estos programas facilitará la adaptación a nuevas realidades y necesidades emergentes, manteniendo la relevancia y efectividad del gasto social.

En resumen, la situación actual de la República Dominicana exige un cambio radical en la gestión del gasto público para evitar un colapso económico y social. El notable crecimiento económico de las últimas décadas, con un PIB en constante aumento, no ha sido suficiente para contrarrestar las ineficiencias y desigualdades que persisten en el país. La burocracia, la corrupción y la duplicidad de funciones son lastres que impiden un uso eficiente de los recursos públicos. Sin una reforma fiscal integral que elimine estos problemas estructurales, cualquier intento de incrementar los impuestos será contraproducente. Aumentar la carga tributaria sin mejorar la eficiencia del gasto solo servirá para desincentivar la inversión y agravar la situación económica, perpetuando un sistema insostenible y perjudicial para el desarrollo del país.

En conclusión, es imperativo que el Gobierno dominicano tome medidas decisivas para reestructurar su Administración pública. La eliminación de ministerios redundantes y la creación de un Ministerio de Familia, siguiendo ejemplos exitosos como el de Chile, permitirían un ahorro significativo y una mayor eficiencia en la asignación de recursos. Además, transferir las funciones de la Dirección General de Desarrollo Fronterizo, la Comisión Presidencial para el Desarrollo Provincial y el Consejo Nacional de Competitividad a entidades más adecuadas no solo optimizaría la gestión, sino que también fomentaría una administración más local y eficiente. Estas reformas, junto con una revisión exhaustiva de los programas de subsidios y la adopción de presupuestos basados en resultados, son pasos esenciales para asegurar que los recursos lleguen a quienes más los necesitan y que el crecimiento económico beneficie a todos los ciudadanos de manera equitativa. El momento de actuar es ahora; cualquier demora podría tener consecuencias irreparables para la nación.

 

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Por El Dinero