La creciente popularidad de las maletas eléctricas, diseñadas para desplazarse rápidamente por aeropuertos y estaciones de tren, ha alarmado a las autoridades en Japón tras el aumento de incidentes de visitantes extranjeros que las utilizan ilegalmente en las calles, informa Kyodo.
Dos grandes aeropuertos japoneses ya han pedido a los viajeros que no las utilicen en sus instalaciones, mientras que la Policía está instando a los minoristas nacionales a que adviertan a los clientes de las estrictas leyes relativas a su uso.
En marzo, una ciudadana china se convirtió en la primera persona en ser detenida por utilizar inapropiadamente el dispositivo, tras ser vista conduciendo una maleta de tres ruedas por las aceras en la ciudad de Osaka. Según la Policía, la mujer negó su culpa, diciendo: “No pensé que fuera un vehículo, y no pensé que necesitara licencia”.
A principios de julio, un niño indonesio fue visto montado en una maleta eléctrica abriéndose paso entre una multitud en una calle del distrito Dotonbori de Osaka, una de las zonas comerciales más concurridas de Japón. Su familia quedó desconcertada cuando se les informó de que circular con este tipo de aparatos por la vía pública es ilegal en el país nipón.
Una maleta eléctrica tiene una batería incorporada, un motor y puede desplazarse a unos 10 kilómetros por hora. Las que se venden en Japón cuestan unos 100.000 yenes (650 dólares). Según la ley de tráfico local, estas maletas están catalogadas como “bicicletas motorizadas”. Como tales, deben estar matriculadas y equipadas con espejo retrovisor e intermitentes. Los conductores también están obligados a tener un permiso de conducir, así como a llevar casco y seguro de responsabilidad civil.
En los últimos años, los avances en la tecnología de motores eléctricos y baterías en Japón han dado lugar a nuevos e inesperados dispositivos de movilidad, que aún no han sido clasificados. Todo ello con el telón de fondo de un fuerte aumento del número de accidentes con patinetes eléctricos, desde que en julio de 2023 se revisó la ley de tráfico para permitir su uso sin carné de conducir.