El 10% del H2O se produce por la acción del viento solar, mientras que el resto se forma mediante el impacto de asteroides.

Mercurio es el planeta más cercano al Sol, y las temperaturas en su superficie pueden alcanzar los 400 ºC. No obstante, en 2011 la sonda Messenger de la NASA descubrió que algunos cráteres del astro contienen hielo permanente. Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Georgia (EE.UU.) afirma haber descubierto el mecanismo detrás de este fenómeno.

Según un comunicado de la institución, la aparición del hielo en Mercurio se debe a dos factores. El primero es el fuerte viento solar que bombardea con protones la superficie del planeta, provocando la creación de grupos hidroxilos (OH) y, posteriormente, su transformación en agua (H2O) e hidrógeno (H). Aunque una parte del agua se escapa al espacio o es destruida por la radiación, una cantidad de moléculas llega a los cráteres polares, que están siempre a la sombra, y allí forma glaciares. Dado que en el planeta no hay atmosfera que pueda conducir el calor, la temperatura en esa área está siempre bajo cero y el hielo se conserva eternamente.

“Es un poco como la canción ‘Hotel California’“, explica uno de los autores del estudio, Thomas Orlando, en alusión al famoso tema de la banda Eagles sobre un hotel del que “uno nunca se puede irse”.

“Las moléculas de agua pueden ‘registrarse’ en las sombras pero nunca pueden salir“, describe.

El científico evalúa que durante los últimos tres millones de años ese mecanismo ha creado 100.000 millones de toneladas del agua.

“Este proceso podría representar fácilmente hasta el 10% del hielo total de Mercurio”, señala Orlando.

En cuanto al resto del agua, aparentemente se produjo a través de un mecanismo diferente, registrado también en otros cuerpos celestes, como la Tierra y la Luna. Se trata ni más ni menos que del impacto de asteroides, pero eso no significa que los asteroides contengan agua y la transporten a través del espacio, sino que las moléculas de H2O se forman durante la colisión.

“Un cometa o asteroide en realidad no necesita transportar agua porque la propia colisión con un planeta o una luna también puede producir agua“, señala el científico

El estudio será publicado el próximo lunes en la revista Astrophysical Journal Letters.

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