El dominicano se caracteriza por expresar sus sentimientos, visitar a sus parientes y amigos, salir los fines de semana, “ya que el cuerpo lo sabe” y estos consienten al mismo. Bailar pegados, amanecer en velorios, visitar a los enfermos, así como armar un coro en casas, ríos o montañas.
Por estas razones resulta cuesta arriba mantener a más de 11,000,000 millones de habitantes sometidos a un toque de queda que se ha postergado por 15 días más, a los fines de evaluar la crisis sanitaria que nos afecta y tomar otras decisiones en cuanto al tema se refiere. Es por tanto que cada día los destacamentos amanecen abarrotados, a pesar de las medidas adoptadas por el Poder Ejecutivo y vigiladas por los cuerpos castrenses.
Estamos condenados a vivir distanciados, resistir el deseo de visitar a nuestros enfermos, abrazar a los compatriotas por temor a contagiarnos, prestar auxilio a quien se desmaya ante nuestros pies, ya que puede estar contagiado del virus maldito, ese que corroe nuestro sistema de salud, la economía y nos ha convertido en seres inhumanos, distantes.
Los juristas han citado varias normas que sancionan la conducta irresponsable de los dominicanos, desde el Código Penal en sus artículos 475-25, Ley General de Salud de República Dominicana, No. 42-01, entre otros textos legales, obviando la conducta irracional de los seres humanos en momentos de crisis y por qué no, las características que definen a los habitantes de nuestra Quisqueya.
Sin lugar a dudas, nos estamos distanciando para vencer a una de las peores crisis de la historia actual, pero recobrando fuerzas para resurgir como el ave fénix y ser más humanos, abrazar a nuestros seres queridos y reanudar nuestras actividades habituales.
En fin, con más de 2,000 infectados, 118 fallecidos, estamos llamados a asumir una conducta responsable y proteger a nuestra familia y amigos, cohibirnos de nuestros deseos particulares, por el bien colectivo, para salir airosos de este mal que nos afecta. Recobremos fuerzas en nuestros hogares, para luego salir al mundo y gritar con fuerza que hemos vencido y juntos vamos a sanar las lesiones recibidas durante el combate.