Investigadores estadounidenses encontraron un límite para la relación entre felicidad y dinero a partir del cual un aumento de los ingresos ya no hace la diferencia.
Que el dinero no da la felicidad no parece ser ya una verdad tan inamovible como antes. Al menos así lo refleja una encuesta realizada a lo largo de los últimos 40 años entre más de 40.000 adultos estadounidenses mayores de 30 años.
Investigadores de la Universidad de San Diego (EE.UU.) publicaron esta semana en la revista PsycNet los resultados de su estudio, que se llevó cabo entre 1972–2016.
Uno de los hallazgos más interesantes es el cambio de la relación entre estas dos variables con el paso de los años. De hecho, durante las décadas en las que se realizó la encuesta, el vínculo entre el dinero y la felicidad ha ido aumentando, de tal forma que el dinero y la felicidad están hoy más estrechamente relacionados que en el pasado.
Si bien la investigación demuestra que, en general, las personas se sienten más felices a medida que tienen más dinero, también se encontró un límite, que situaron en 75.000 dólares al año, ya que una vez se alcanza ese umbral, más ingresos no marcan la diferencia.
La encuesta se centró en dos tendencias principales: los ingresos y la educación. En los sujetos observados durante la década de los 70, existía casi la misma probabilidad (un 40 %) a la hora de decir que estaban “muy felices” con o sin título universitario. Sin embargo, en la década de 2010 se descubrió una importante brecha: solo el 29 % de los que no tenían un título dijeron que se sentían “muy felices”, en comparación con el 40 % licenciado.
Lo mismo sucedió con los ingresos, creciendo de manera constante la diferencia de felicidad por nivel de salario desde los 70 hasta la pasada década.