Científicos examinaron varias muestras de roca magnetizada de hace millones de años tomadas en la isla Santa Elena, en medio de esa zona.
La región del Atlántico Sur ya tenía una anomalía magnética entre 8 y 11 millones de años atrás y el comportamiento de su campo magnético era igual de extraño que en los últimos años. Esta es la conclusión principal de un reciente estudio que se enfocó en la polaridad de múltiples muestras de roca extraídas de la isla atlántica de Santa Elena.
Este conocimiento sugiere que la actual Anomalía del Atlántico Sur es una característica recurrente y tiene poco que ver con una inminente reversión de los polos magnéticos de la Tierra en el futuro próximo. Sin embargo, es cierto que reduce la protección de satélites contra la radiación nociva del espacio y expone los dispositivos de navegación a fallos técnicos, tanto en órbita, como en el mar y la tierra firme.
Santa Elena se encuentra en medio de la anomalía actual y sus rocas magmáticas, que guardan la memoria de un total de 34 erupciones volcánicas de hace 8 a 11 millones de años, son también registros del geomagnetismo. Su estudio puso al descubierto que la dirección del campo magnético local apuntaba a menudo (pero no siempre) lejos del Polo Norte, al igual que lo hace hoy.
“Mientras las rocas volcánicas se enfrían, los pequeños granos de óxido de hierro en ellas se magnetizan y, por lo tanto, mantienen la dirección y la fuerza del campo magnético de la Tierra en ese momento y lugar”, explicaron los investigadores Yael Engbers y Andrew Biggin en un artículo redactado para el portal The Conversation.
Los geofísicos de la Universidad de Liverpool añadieron que habían llevado las muestras recogidas a su laboratorio universitario y las sometieron a varios “experimentos para descubrir cómo era el campo magnético en el momento de la erupción”.
Su publicación científica en Proceedings of the National Academy of Sciences (de EE.UU., PNAS) demuestra que el campo del Atlántico Sur ha sido mucho menos estable que en otros lugares en una escala de tiempo de millones de años, a juzgar por las sucesivas variaciones direccionales. Por lo tanto, los autores refutan la idea de que la anomalía solo haya existido durante unos pocos siglos o décadas.
Sin embargo, sus hallazgos no ponen fin al debate sobre el posible comienzo de una reversión de los polos magnéticos y solo desvinculan esta hipótesis del fenómeno local. El campo geomagnético tiene la capacidad de voltearse con implicaciones sustanciales, pero la situación actual no resulta tan rara como algunos científicos la habían presentado.