Descubro con asombro que amo la Terapia Familiar. Es una disciplina científica que logra cambios extraordinarios, ya que ve el sistema familiar como un todo.

Un problema se ve en un contexto y siempre en relación. No es lineal, ni simplista. No aborda un sólo enfoque sino múltiples. Terapia estructural, trangeneracional, justicia relacional y el impactante enfoque comunicacional, entre otros.

Minuchin nos enseñó acerca de la estructura familiar. Un conjunto de demandas invisibles que organizan la manera de actuar de una familia.

La estructura familiar fue descrita y los límites, triángulos y jerarquías fueron traídos al Arsenal del terapeuta.

Bowen estudió las familias y las influencias de otras generaciones en el comportamiento actual. Nos proporcionó herramientas para trabajar con las emociones. Nos dejamos controlar por el piloto automático emocional y no permitimos que nuestras acciones sean pensadas y razonadas.

La diferenciación nos permite separar nuestras emociones de la razón. Cuando somos indiferenciados nos guiamos por las emociones y creamos relaciones fusionadas y de apego.

Nagy nos regaló el enfoque de la justicicia relacional que procura relaciones justas y sin explotación.
La gran Virginia Satir nos enseñó el valor de la autoestima, las cinco libertades humanas y a comunicarnos con respeto y de manera directa y congruente.

Los terapeutas estratégicos con enfoque sistémico, hipnotizados por el aura inmensa de Milton Erickson, nos brindaron técnicas para tratar con lo absurdo e irracional de la conducta humana, utilizando métodos creativos que derrotan la resistencia y rompen ciclos de conductas irracionales. Como técnicas citamos la reestructuración, las paradojas, las ordalias, entre otros.

Para mí, la Terapia Familiar satisface mi necesidad humana de hacer un aporte social, por pequeño que sea para ayudar a una persona o a una familia, utilizando herramientas científicas probadas.

También satisface mis inquietudes intelectuales y científicas por la talla inmensa de sus pioneros y de ilustres científicos como Bateson, Haley y los del grupo de Milán.

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