El féretro replica la capacidad de los hongos para neutralizar toxinas y puede convertir contaminantes ambientales en nutrientes, sostienen los desarrolladores.
En Países Bajos se realizó el primer funeral con un “ataúd viviente”, que se descompondrá poco después del entierro y acelerará el proceso de descomposición del cuerpo, informa The Guardian.
El féretro fue desarrollado por la ‘startup’ Loop bajo el liderazgo del biodiseñador Bob Hendrikx, de 26 años. El proyecto recibió el nombre de “ataúd viviente” porque está hecho de micelio, el sistema de raíces de los hongos. Según Hendrix, se trata de un “reciclador natural” que neutraliza las toxinas y puede reciclar el plástico y otros contaminantes ambientales, convirtiéndolos en nutrientes.
En una conversación con Hart Van Nederland, el científico afirmó que esto permitirá a las personas “volver a unirse con la naturaleza” y “enriquecer el suelo, no contaminarlo”.
“Debido a nuestro estilo de vida moderno, el cuerpo humano promedio contiene 219 sustancias químicas que pueden poner en peligro los ecosistemas. Los métodos actuales de entierro pueden provocar la degradación del suelo y la contaminación de aguas subterráneas. En algunos cementerios, la calidad del suelo se puede comparar con la de un vertedero”, explica Loop en su página web.
La empresa asegura que sus ataudes se descomponen completamente en 30 a 45 días, y que el tiempo de descomposición del cuerpo así enterrado será de unos tres años. En los ataúdes ordinarios, el cuerpo humano no se descompone del todo antes de 10 o 20 años.
Los desarrolladores afirman que “no producen, sino que cultivan” ataúdes. El micelio crece por sí mismo hasta tomar la forma de un ataúd lleno de virutas de madera, en apenas siete días, y luego se seca de manera natural. Según la ‘startup’, el diseño es liviano y resistente: puede soportar hasta 200 kilogramos de peso. La descomposición comienza después de una exposición prolongada a la humedad subterránea.
The Guardian especifica que Loop se ha asociado con dos compañías funerarias en La Haya y ha fabricado 10 de estos ataúdes hasta ahora. Cuestan unos 1.250 euros cada uno (cerca de 1.500 dólares), pero se espera que el precio baje a medida que aumente la producción.
El primer entierro en un ataúd de este tipo tuvo lugar a principios de septiembre. Hendrikx dijo que habló con un familiar de la mujer enterrada: “Perdió a su madre, pero estaba feliz porque, gracias a esta caja, ella regresará a la naturaleza y pronto vivirá como un árbol”.