La historia de mal comportamiento que permitimos viene antes de la adolescencia. La falta de límites en los niños y la permisividad de los padres van creando los futuros monstruos, inmanejables y devoradores de los padres y la tranquilidad familiar como el Minotauro cretense.
Los niños requieren reglas, rutinas, límites y mucha supervisión. Cuando nuestros afanes e irresponsabilidad no nos permiten jugar un correcto rol, críamos el indomable monstruo que ya adolescente y consentido; sin reglas y sin aceptar la jerarquía, devora todo en su camino.
En esta etapa agravaríamos su comportamiento si los golpeamos y si decidimos insultarlos y avergonzarlos delante de sus amigos.
Los padres requieren en esta etapa retomar sus funciones parentales básicas descuidadas como ejercer la jerarquía sin maltrato, fijar límites, supervisar, crear reglas y rutinas.
Normalmente es recomendable la ayuda profesional con el Terapeuta Familiar.