Los padres deben estar más atentos con sus hijos adolescentes. Hay que evitar golpearlos. No lastimar su estima. No descalificarlos.
Debemos procurar una conexión con nuestros hijos. Saber lo que hacen, conocer lo que sienten, cómo manejan sus emociones en la frustración, cómo asumen las pérdidas.
Los padres deben tener un estilo de crianza que combine la firmeza y el amor.
Padres y cónyuges deben evitar discusiones y conflictos de pareja frente a sus hijos y no involucrarlos en los problemas de la pareja.
Les hacemos un gran daño a sus emociones. Le vamos quitando la ilusión y el gusto de tener relaciones de pareja estables en el mañana, ya que les mostramos el infierno relacional que vivimos.
En muchos problemas de conducta de los adolescentes el terapeuta familiar, recibe los casos, y al poco tiempo de la sesión, descubre que lo que está influyendo en los síntomas, es la mala relación de pareja y hay que trabajar para cambiar las pautas negativas que provocan el mal funcionamiento de la pareja.
La vida moderna nos exige trabajar en exceso, estudiar, prepararnos, involucrarnos en actividades económicas, sociales y religiosas.
Sin embargo, hay que evitar no descuidar a nuestros adolescentes en esta etapa. Si adquieren hábitos negativos como adicciones o si se deteriora su salud mental esto afectará la vida de ellos y la nuestra.
No podemos descuidar el tiempo para nuestros hijos. Cada uno de ellos debe sentir que su padre y madre los ama.
Nos preocupamos más en criticarlos y en castigarlos que no compartimos con ellos y no los entendemos. Firmeza y amor es el equilibrio.
Una relación con reglas y rutinas claras. Un ambiente de respeto hacia ellos y manifestar nuestro amor con acciones y afectos lo cual permite darles confianza y los valida en la incertidumbre de la vida moderna actual.