Para hacer que las células se convirtieran en cardíacas, los biólogos activaron seis vías de señalización involucradas en el desarrollo del órgano en embriones.

Un modelo de corazón fue cultivado en la Academia de Ciencias de Austria con base en células madre humanas, publica la revista Cell. Asimismo, los científicos divulgaron el video del latido del órgano, del tamaño de un grano de sésamo.

La peculiaridad del corazón cultivado por los biólogos austríacos consiste en que no tiene ninguna estructura artificial. Anteriormente, los científicos primero creaban una matriz de materiales artificiales y luego en ella se ubicaban las células que crecerían para formar el órgano.

Según explica Sasha Mendjan, quien dirigió el experimento, en un comunicado de Cell Press, este método de ingeniería de tejidos “es muy útil para muchas cosas como, por ejemplo, si desea realizar mediciones de contracción”. Sin embargo, no refleja la constitución de órganos en la naturaleza. En organismos vivos, se desarrollan mediante el llamado ‘proceso de autoorganización’, cambiando su forma a medida que se produce el crecimiento.

Para simular la autoorganización del corazón, Mendjan y sus colegas activaron seis vías de señalización involucradas en el desarrollo del órgano en embriones. Tras una semana de crecimiento, las células crearon una estructura 3D con una cavidad cerrada, repitiendo la trayectoria del desarrollo del corazón en un embrión. Asimismo, detectaron contracciones rítmicas del órgano.

“No es que estemos usando algo diferente a otros investigadores, sino que simplemente estamos usando todas las señales conocidas”, señala Mendjan acerca de las tecnologías involucradas en el experimento. Agrega que no se necesitan todas las vías de señalización conocidas para convertir las células madre en cardíacas, pero sí son necesarias todas para que empiece formarse la estructura del órgano.

Predictores de enfermedades

En cuanto a los objetivos del experimento, opina que el cultivo de modelos de corazón basado en la autoorganización serviría a las farmacéuticas.

“Queremos llegar a modelos de corazón humano que se desarrollen de forma más natural y, por lo tanto, sean predictivos de enfermedades. De esta manera, las empresas estarán más abiertas a incorporar más medicamentos a los ensayos clínicos”, afirmó el investigador.

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