La histórica pelea entre Yoshihiro Takayama y Don Frye es uno de los combates más violentos que ese deporte haya visto jamás.

Con su meteórico ascenso en la última década, la UFC ha atraído todas las miradas de los fanes de las artes marciales mixtas. Gracias a los icónicos combates de estrellas como Ronda Rousey o Conor McGregor, la empresa de Dana White sigue siendo el lugar más atractivo para todos los luchadores y básicamente se ha convertido en un sinónimo de las MMA, hasta el punto de que es fácil olvidarse por completo de la existencia de otras empresas. Pero no ha sido siempre el caso.

A inicios de los 2000, una de las empresas claves en las artes marciales mixtas era la japonesa Pride. Y más allá de todos los combates que llegó a celebrar, una sola pelea le garantizó para siempre un lugar especial en la historia de ese deporte: el duelo entre el estadounidense Don Frye y el japonés Yoshihiro Takayama. Entonces, ¿quiénes fueron esos dos luchadores?

‘El Depredador’

Don Frye estaba desde su juventud interesado en las artes marciales: en la universidad fue entrenado por un futuro miembro del Salón de la Fama de la UFC, Dan Severn, y a finales de los 1980 participó en eventos de lucha libre olímpica y lucha grecorromana durante una eliminatoria para los JJ.OO. Luego, entre 1989 y 1990, protagonizó ocho combates de boxeo (de los que ganó dos) y seguidamente se entrenó en yudo. A mediados de la última década del siglo pasado se sumó a la creciente industria de las artes marciales mixtas y, como si fuera poco, posteriormente, convertido en luchador, se volvió popular como villano en la New Japan Pro Wrestling (NJPW), la mayor empresa de lucha libre en Japón.

Pero años después volvió a las MMA. Para 2002, Frye, apodado ‘Depredador’, había participado en 15 combates de ese deporte y sumaba ya 14 victorias. Lo que no lo dejaba dormir era aquella única derrota: los dolorosos 12 minutos ante su compatriota Mark Coleman, que terminaron en su contra con nocáut técnico. “Esa derrota fue como mi primera esposa: no pude vivir con ella”, confesó Frye irónicamente en una entrevista, años después. Recordó haber considerado que su rival atravesaba un mal momento en su carrera, y pensado que también él dejaría las MMA. Pero no fue el caso: “Luego Mark llega a Japón, a la Pride, y lo gana todo. Fue inspirador: pensé que si él podía volver, también podría hacerlo yo”.

Frye contactó con la misma empresa, que simplemente estuvo feliz de sumar a otro luchador de gran fama a su plantilla. Todo lo que quería ‘el Depredador’ era una revancha contra Coleman. Y luego de tres combates en la Pride –todas ganadas, incluida la batalla contra el veterano Ken Shamrock–, al final se la prometieron.

Con todas las lesiones que había sufrido hasta ese momento, Frye no quería perder más tiempo y comenzó a entrenarse más duro que nunca. “Luego de Shamrock, lo único que yo quería hacer en las MMA era vencer ante Coleman”, admitió, por lo que buscó enfrentarse a él “antes de que se empeoraran esas lesiones”, recordó posteriormente ‘el Depredador’. “He estado obsesionado con un par de morenas en mi vida, pero ninguna fue tan fea como Coleman”, bromeó.

El combate tuvo finalmente fecha: el 23 de junio de 2002. Pero hay planes que no se cumplen nunca. Un par de semanas antes de la velada, Coleman sufrió una gravísima herida de cuello que lo dejó brevemente paralizado, y quedó claro que se perdería el evento. La empresa tuvo que reemplazarlo, y ese rol recayó en el japonés Yoshihiro Takayama.

‘El emperador de la lucha libre’

Takayama podía parecer bastante inesperado como reemplazo para Coleman: a diferencia del experimentado estadounidense, en ese momento había participado en tan solo dos combates de las MMA y en ambos perdió. Sin embargo, no era un rival fácil de derrotar.

En su juventud, Takayama habia sido jugador de rugby, y luego se entrenó en el kendo antes de comenzar su carrera como luchador. Debutó en 1992 con la empresa Union of Wrestling Forces International (UWFI), que se caracterizaba por un estilo del ‘puroresu’ (como se conoce la lucha libre en Japón) que usa golpes verdaderos y llaves propias de las artes marciales. De esa manera, a pesar de que el resultado de los combates estaba predeterminado (igual que en la lucha libre, tal y como la conocen en el Occidente), esas peleas parecían un combate ‘real’. Y en lo que siempre destacó Yoshihiro Takayama fue en su capacidad de recibir golpes durísimos.

Eso lo demostró ya en su debut en las MMA, en 2001, contra el más experimentado Kazuyuki Fujita, que antes de ese enfrentamiento había conseguido seis victorias con solo una derrota, y esa nada menos que ante Mark Coleman. Takayama actuó en ese combate con mucha conciencia de lo que estaba haciendo y, pese a todo el daño que sufrió, no se rindió ni mostró una sola señal de falta de determinación. Aunque acabó derrotado por estrangulamiento, su actuación fue alabada tanto por los comentaristas como por su rival.

El segundo combate que protagonizó fue algo menos impresionante: el neerlandés Semmy Schilt usaba menos sumisiones y se limitaba a lanzar golpes precisos, lo que aparentemente tomó por sorpresa a Takayama y lo llevó a terminar noqueado.

El inolvidable “combate más masculino” en la historia de las MMA

Entonces, los que se enfrentaron en junio del 2002 fueron un Frye que se había convertido en una ‘máquina de guerra’, preparándose para vengarse ante Coleman, y un Takayama que se negó a darse por vencido y volvió al ring para probar su suerte en las MMA una vez más.

Antes siquiera de comenzar el combate, el cruce de miradas entre los dos rivales no prometía nada bueno. De hecho, momentos después de sonar la campana ambos hicieron algo que pareció sacado de una película: al agarrar cada uno a su rival con la mano izquierda, empezaron a intercambiar meteóricos derechazos, al estilo de las peleas del hockey y sin siquiera tratar de protegerse. Luego de darse algún instante para descansar, volvieron a hacer lo mismo otra y otra vez. La pura brutalidad de los golpes pudo ser apreciada en la cara de Takayama, que quedó desfigurada ya después del primer cruce de derechazos. Sin embargo, el japonés siguió actuando en el ring y hasta derribó inesperadamente a Frye. Al intentar hacerlo otra vez, cometió un error que se convirtió en el principio del fin para la pelea: Frye logró bloquear la derribada, cayó sobre el japonés y siguió propinándole golpes a la cabeza hasta que el árbitro puso fin al combate.

A pesar de la derrota, Takayama no se mostró cual vencido, sino que se acercó a Frye y le levantó el brazo en muestra de respeto al ganador. Luego ambos intercambiaron un par de palabras y se estrecharon la manos antes de salir del ring.

En Japón, los contrincantes “son nobles, con todo el sentido del bushido –’el camino del guerrero’–, no tienen rencores y respetan al luchador”, dijo admirado Frye en una entrevista del año pasado. En cuanto a su rival, admitió creer que podría haberse tratado del luchador japonés más duro de todos los tiempos. “Que dios lo bendiga, fue duro”, confesó.

Cómo cambió la vida de ambos luchadores luego del combate

El evento atrajo las miradas de todo el mundo de las artes marciales. Lo que aquel día tuvo lugar en el ring fue tan impactante que “el árbitro Yuji Shimada estuvo llorando durante el combate, por estar tan feliz de ser parte de ello”, contó Frye posteriormente. En otra ocasión, ‘el Depredador’ recordó también que la cantidad de televidentes que siguieron esa batalla superó la de un partido de la Copa Mundial de fútbol de aquel año.

Como foco de tanta atención mediática, esa pelea, que llegó a ser bautizada como “el combate más masculino de la historia”, puso todas las miradas sobre Yoshihiro Takayama, quien demostró lo duros que pueden ser los deportistas de la lucha libre, que a menudo son objeto de burlas cuando se les compara con los peleadores de las MMA. Luego de una nueva derrota, esa vez ante Bob Sapp, el japonés dejó las artes marciales mixtas por varios años y solo regresó en el 2013 para enfrentarse con Hikaru Sato y conseguir su primera y muy esperada victoria en ese deporte.

Pero lo interesante es cómo el combate contra Frye cambió su trayectoria deportiva. Luego de terminar derrotado por Sapp, volvió a la lucha libre y en el transcurso de los siguientes años protagonizó un sinfín de memorables combates, hasta convertirse en uno de tan solo dos luchadores en la historia (segundo fue el famoso Kensuke Sasaki) en ganar los tres campeonatos principales de lucha libre en Japón, todos de peso pesado: el de la Triple Corona de la AJPW, el IWGP de la NJPW y el GHC de la NOAH. De hecho, años después confesó que la pelea con Frye lo hizo “sentirse Rocky Balboa”.

Entre tanto, la vida de Frye se movía en dirección totalmente opuesta. Luego de la victoria decidió poner fin a su carrera como luchador, pero volvió al ring meses después. Según admitió el año pasado, se dejó entonces atraer por grandes cantidades de dinero, y ahora cree que no debió hacerlo. Y tiene todas las razones para arrepentirse: a partir de ese momento, su para entonces casi perfecto paso por las MMA comenzó una caída en picada. Además de sufrir varias derrotas, su salud se empeoró debido a las lesiones sufridas a lo largo de años en el deporte: tuvo que someterse a alrededor de 20 operaciones de espalda y en el 2016 pasó más de dos meses hospitalizado, la mayoría de ese tiempo en coma inducido. Además, se habían agudizado sus problemas personales y se divorció meses antes de la hospitalización. Con todo, ese nefasto año no le dio solo malas sorpresas: fue llevado al Salón de la Fama de la UFC.

La tragedia de Takayama y el reencuentro con Frye 17 años después

Mientras el estadounidense se recuperaba de todos esos problemas, la carrera de su antiguo rival llegó a su trágico e inesperado fin. En mayo de 2017, durante un combate de lucha libre, Yoshihiro Takayama sufrió una grave lesión de médula espinal, que lo dejó paralizado desde los hombros hacia abajo.

De esa manera, el mundo del ‘puroresu’ perdió a una de sus principales estrellas, aunque el apodado ‘Emperador de la lucha libre’ nunca perdió el respeto ganado durante años en el ring, en particular por parte de sus rivales. De hecho, en septiembre del mismo año, Frye difundió un mensaje dedicado a su antiguo contrincante. “Takayama-san, Dios me ha otorgado a mí el mejor rival que cualquiera podría desear: usted”, confesó el ‘Depredador’, asegurando que todo el éxito de su duelo se debía al peleador japonés. Al calificar a Takayama como la personalización “del bushido, de la fuerza y del triunfo”, agregó que es “la primera persona por la que le preguntan” en los más diversos eventos y “el guerrero que todos queremos ser”.

Además, dos años después protagonizaron ambos un nuevo encuentro, esa vez de otra índole: estando Frye en el país del sol naciente, un programa de televisión japonesa lo invitó a visitar a Takayama en el hospital. Durante esa breve reunión, ambos intercambiaron palabras de agradecimiento y respeto mutuo y destacaron lo importante que aquel combate de 2002 llegó a ser para sus carreras.

De momento, Takayama sigue recibiendo tratamiento y, aunque durante los últimos meses se publican en su cuenta de la red social Ameba noticias del progreso que tiene –incluso, pudo estar de pie con ayuda de un soporte–, es poco probable que pueda recuperarse por completo. La empresa DDT, con la que había colaborado hasta el momento de la lesión, creó el proyecto Takayamania, fundación de recaudación de fondos para pagar el tratamiento del legendario luchador. Cabe destacar que entre los donantes figura también la WWE. Por su parte, Frye celebró su último combate en el 2011 y hasta el momento sigue retirado, mientras que la empresa Pride dejó de existir en el 2007. Pero el legendario encuentro entre los dos sigue asombrando a los fanes de las MMA, entre ellos el propio jefe de la UFC. Hace unos años, Dana White calificó esa pelea como “malditamente increíble”: una descripción más que justa para “el combate más masculino” de la historia de ese deporte.

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