Aunque en menor proporción, las imágenes permanentes en el cuerpo son todavía una limitante en algunas áreas laborales.

 Santo Domingo, RD.-Los dibujos, textos o formas sobre la piel son una costumbre muy antigua. En la actualidad es cada vez mayor su expansión, popularidad y aceptación social. Sin embargo, todavía hay sectores laborales, quizás mínimos, que piden ocultarlos o, indirectamente y en contra de la legislación dominicana, los prohíben.

Esta situación es una de las principales preocupaciones en quienes se tatúan de forma permanente. Alegan que, dependiendo la empresa o cargo a ocupar, tienen desventajas a la hora de conseguir un empleo, con respecto a quienes no tienen ninguno, o al menos no visible.

El tatuador Claudio Genao tiene cinco años haciendo “tattoo” de forma profesional. Señala que aunque la mayoría de la población dominicana ha aceptado y normalizado los tatuajes, en el ámbito laboral aún queda camino por recorrer.

“Laboralmente sigue siendo un tabú. La discriminación se puede ver hasta en algunas publicaciones de empleos donde lo indican claramente, además de que, aun no colocándolo en la vacante, siempre se evalúa y tiene en cuenta eso”, manifiesta Genao, propietario de Flex Ink Tattoo Studio.

No obstante, reconoce que años atrás la realidad era peor. “Los tatuajes eran vistos como algo despectivo, contrario a lo que sucede hoy, donde lucir un tatuaje, para muchos, es un lujo por sus técnicas avanzadas”, agregó. Dijo que en un par de décadas podría ser raro que no lleve un tatuaje. Esto lo afirma porque quienes más frecuentan su negocio son universitarios, personas de clase media y alta, así como profesionales de diversas áreas, con edades entre 18 a 45 años.

Dentro del grupo de profesionales que cuentan con un grabado en su piel figura Joel Suriel Ozuna, quien expresa que tener un tatuaje no ha presentado un obstáculo laboral. Todo lo contrario, en las dos instituciones en las que trabaja no ponen limitación a tenerlos.

“De hecho, hay (en su trabajo) varios colaboradores con tatuajes visibles, aretes, pelo tipo afro; algo que no se estilaba antes”, añade.

Destaca que cada vez más en las empresas e instituciones en República Dominicana están aceptando que las personas no solo tengan tatuajes, sino “piercings” y tipos de peinado diferentes a lo habitual.

Los precios

El costo de un tatuaje varía de acuerdo con el centro donde lo pongan, así como el diseño y la calidad de los implementos a utilizar, como la tinta.

Al consultar a varios profesionales del tatuaje sobre el costo, indicaron que el monto mínimo va entre RD$2,000 a RD$3,000. El máximo oscila entre los RD$70,000 y RD$120,000.

En el centro Flex Ink Tattoo Studio, el monto mínimo es de RD$1,500 (sí es un small de dos pulgadas), mientras que el máximo oscila entre RD$200,000 a RD$300,000.

En cambio, Genao asegura que si es estilo japonés de cuerpo completo, desde los tobillos al cuello y las muñecas, puede rondar los RD$500,000 y unos ocho meses de trabajo.

En el costo están incluidos los materiales desechables, el estilo, agujas, pigmentos (que cada color lleva una aguja distinta), ‘cups’ para tintas y demás herramientas que se usan en la elaboración del grabado. Por ejemplo, el mínimo de inversión para hacer un tatuaje pequeño de dos o cinco pulgadas sería entre RD$500 y RD$800 solo en materiales, mientras que para un arte de ocho pulgadas el costo en materiales ronda los RD$2,000, si el tatuaje cuesta RD$7,000 y RD$10,000.

En tanto, el costo de las máquinas que usan puede ir desde los RD$2,000 hasta RD$40,000 “y a veces más”.

Los materiales de higienización y limpieza tienen un costo bajo. Sin embargo, comentan que al ser desechables y usarse con frecuencia en la elaboración de un tatuaje, representan un elemento económico a considerar. “Todo se desecha, aunque sea un tatuaje de dos centímetros”, recalca Genao.

El costo final también incluye el tiempo de elaboración: horas o múltiples sesiones. “El tatuador no cobra por los materiales que gasta, sino por su talento, tiempo y años de estudio, ya que hay que aprender como cualquier otra profesión”, subraya Genao.

Legislación y regularización

La Constitución dominicana en su Artículo 62, sobre el derecho al trabajo “prohíbe toda clase de discriminación para acceder el empleo o durante la prestación del servicio (…)”. Aunque las empresas no están obligadas a contratar a alguien, si una persona puede probar que no la contrataron porque tenía tatuajes, podría demandar a la empresa por “discriminación, daños y perjuicios”, señalan expertos en leyes.

En República Dominicana existen sentencias que hacen valer lo contemplado en la Carta Magna sobre el derecho a la vida privada del trabajador, a su intimidad e integridad física.

En tanto, el Ministerio de Salud Pública regula y supervisa el control de calidad de estos centros de tatuajes para que cumplan con las reglas al operar. Esto, a través del Reglamento para el Funcionamiento de Establecimientos o Centros de Tatuajes y Perforaciones Corporales y el Reglamento para el Registro Sanitario y Verificación de Tintas, Pigmentos o Colorantes para Tatuajes.

Esas normativas buscan evitar la contaminación vía los utensilios que se manipulan para la elaboración de los grabados en la piel, tales como infección de hepatitis, bacterias, metales tóxicos, reacciones alérgicas o irregulares, entre otras afecciones.

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Por El Dinero