Los conflictos son inevitables en nuestras relaciones con los demás. Hay una interacción sistémica en nuestras relaciones. Cuando dos personas inician un proyecto conjunto de tipo relacional, va a influir la historia familiar de cada cual, en la estructura nueva que se ha formado que es la relación propiamente dicha.
Es bueno advertir que hay relaciones que desde sus inicios elaboran pautas para relacionarse que son conflictivas, con discusiones frecuentes, desconsideraciones, abuso psicológico y relacional.
En estas relaciones se crea una costumbre de irrespeto constante, donde habrá más conflictos que aquellas que se decidan a crear nuevas pautas de respeto en sus relaciones. Para esto hay que imponerse un cambio en nuestras maneras de relacionarnos. El cambio no siempre es fácil. Ese es el objetivo del acompañamiento en la terapia.
En terapia procuramos que las parejas aprendan nuevas pautas de comunicarse y de relacionarse, y que los cambios no sean del tipo más de lo mismo, sino que sean cambios perdurables que son los que se procuran en la Terapia Familiar Sistémica.
Este tema tiene muchos aspectos y quisiera enfocar un último aspecto que es el referente a la necesidad de que la pareja comprenda que al unirse dos personas muy diferentes, ambos deben sacrificar parte de su individualidad para el éxito de su proyecto conjunto.
Muchos no quieren ceder nada por la relación. No es posible sin sacrificio de una parte de nuestra individualidad, crear un proyecto de dos. La relación nos dará muchos beneficios afectivos, de intimidad, económicos y de reconocimiento social, cuando asumimos los costos emocionales y sociales de una relación.
Por lo contrario, cuando no invertimos para que una relación funcione bien ésta se convierte en una fuente de dolor emocional constante, hostilidad, maltrato psicológico y a veces físico.
Debemos despojarnos de parte de nuestro egoísmo para que una relación funcione adecuadamente. Este concepto es dialéctico, y tiene que ver con la justicia de nuestras relaciones.
Constituye un dar y recibir que debe ser justo y equitativo. De esa manera construiremos relaciones que permitan el crecimiento humano, y que nos brinden un espacio para la tranquilidad emocional y la productividad, tan necesaria que sólo se logra cuando nuestras emociones están equilibradas.