La estrella anfitriona tiene aproximadamente la décima parte la masa de nuestro Sol, mientras que el exoplaneta supera en casi 4 veces la masa de nuestro planeta.
Un equipo de astrónomos de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda) descubrió un planeta rocoso similar a la Tierra y que a su vez orbita una estrella de una décima parte del tamaño de nuestro Sol, ubicada a unos 24.722 años luz de distancia, según se recoge en un estudio recientemente publicado en la revista Astronomical Journal.
Los autores del estudio, Herrera Martin y Michael Albrow, sostienen que se trata de un descubrimiento “increíblemente raro”, de “uno en un millón”. Explican que la estrella en torno a la cual orbita el exoplaneta es tan pequeña que no está claro si se trata solo de una masa muy baja o de una enana marrón, también conocida como una estrella fallida.
Según los investigadores, el tamaño de la estrella, su órbita y su ubicación se suman a la rareza del planeta que hallaron. A los investigadores les tomó cinco días observar la estrella anfitriona y solo notaron una pequeña distorsión, que duró cinco horas, cuando se dieron cuenta del descubrimiento. Y tras confirmar que no se trató de un error instrumental, procedieron a obtener las características del sistema.
Si se la compara con nuestro sistema solar, la estrella anfitriona tiene aproximadamente 0,12 veces la masa de nuestro Sol, y el planeta se encontraría localizado en algún lugar entre Venus y la Tierra. La órbita del exoplaneta es de 617 días terrestres y su masa es de casi 4 veces la de la Tierra, lo que lo convierte en uno de los pocos planetas con baja masa descubiertos hasta la fecha.
Los astrónomos explicaron que el nuevo descubrimiento corresponde a uno de los pocos exoplanetas con tamaños y con órbitas similares a las de la Tierra. Tan solo un tercio de los 4.000 exoplanetas descubiertos hasta la fecha son rocosos y aún menos comparten una órbita similar a la de nuestro planeta, recuerdan.
Microlente gravitacional
Para este poco usual descubrimiento, los científicos utilizaron una técnica llamada microlente gravitacional, basada en las predicciones de la relatividad general. “La gravedad combinada del planeta y su estrella anfitriona hizo que la luz de una estrella de fondo y más distante se magnificara de una manera particular”, explicó Martin, señalando que se utilizaron “telescopios en todo el mundo para medir el efecto de flexión de la luz”.
El planeta no ha sido bautizado hasta el momento, pero el evento de microlente que llevó a su descubrimiento fue denominado OGLE-2018-BLG-0677. El evento también fue detectado independientemente por el Experimento de Lente Gravitacional Óptica (OGLE), usando un telescopio en Chile y la Red de Telescopios de Microlente de Corea (KMTNet).
Los astrónomos consideran que encontrar planetas rocosos es importante en la búsqueda de vida extraterrestre, basándose en la forma en cómo evolucionó la vida en la Tierra, recoge el portal Science Alert.