El alarmismo en torno a los altos niveles de cortisol sigue avivado por la industria de ‘wellness’, dispuesta a vender todo tipo de soluciones para deshacerse de la hormona del estrés.

Amanecer con un rostro hinchado y redondeado u ostentar unos cachetes más pronunciados de lo que uno quisiera es un claro índice de la elevada presencia de la hormona nociva en el organismo, advierten las ‘tiktokers’ en centenares de videos que proliferan en la red social en los últimos meses. El ‘mal’ hasta tiene su nombre: ‘cara de cortisol’, un lamentable fruto de la hormona del estrés.

Pero no todo está tan mal como lo pintan. Hay soluciones, aseguran las ‘influencers’, muchas de ellas aprovechando la ocasión para promocionar productos o programas enfocados en reducir los niveles de cortisol y devolver a la clientela a la ‘normalidad’ que carece de redondeces por defecto.

Algunas reparten consejos sin ánimo de lucro: basta con tomar vinagre de manzana diluido en agua a la hora de despertarse y pasar al té verde por el resto del día. Si la ‘víctima de cortisol’ encima hace deporte, toca olvidarse de lo ‘heavy’ como el levantamiento de pesas y optar por ejercicios de bajo impacto acompañados de caminatas.

Cuando manda la moda

A diferencia de las ‘tiktokers’, los médicos no ven nada que hiciera falta arreglar o mejorar. La ‘cara de cortisol’ no es más que una tendencia que se puso de moda para arreglar lo que no tiene cabida en los estándares de belleza actuales, como una cara redonda, que puede ser una forma natural o deberse a una serie de factores en lugar de un solo ‘culpable’.

La mayor parte de las transformaciones de la ‘cara de cortisol’ compartidas en las redes evidencian la pérdida o el aumento de peso, o la migración natural de la grasa facial con el paso de los años. Mientras, la hinchazón del rostro tiende a estar relacionada con el sistema linfático o circulatorio, una reacción alérgica, una sinusitis o con dormir o permanecer acostado, proceso que fomenta la acumulación de líquido en el área facial, explicó a The New York Times la dermatóloga Cristina Psomadakis.

“Todos los síntomas que la gente describe los puedo explicar a partir de la medicina mediante un conjunto de factores, en lugar de uno solo”, comentó. “Creo que la tendencia de la ‘cara de cortisol’ trata de explicar lo que se percibe como un problema cosméticointentando medicalizarlo para poder tomarlo bajo control o arreglarlo”, sentenció.

Cortisol: el bueno, el malo y el feo

La situación es diferente cuando se trata de los niveles de cortisol considerados altos desde el punto de vista médico. No es lo mismo que los niveles elevados, que la industria de ‘wellness’ busca reducir a cero a toda costa, y pueden detectarse solo mediante las correspondientes pruebas de sangre. La condición grave, conocida como el síndrome de Cushing, no es frecuente y suele darse por el uso prolongado de medicamentos esteroides, entre otros factores.

Sin embargo, el endocrinólogo Roberto Salvatori, director médico del Johns Hopkins Pituitary Center, consultado por The New York Times, sospecha que “la mayoría de las personas que tienen una cara redonda no tienen el síndrome de Cushing“.

Además, el cortisol de por sí es esencial para regular la tensión arterial, la glucosa y el metabolismo, y desempeña un importante papel en otros procesos corporales. La mala fama de la hormona del estrés se la ganó por ser responsable de la respuesta del cuerpo a las amenazas externas, ya sean físicas o psicológicas, como la presión en el trabajo o cualquier otra circunstancia estresante.

Los niveles de cortisol fluctúan a lo largo del día, llegando a sus picos temporales en respuesta a las situaciones del estrés para el organismo, que incluyen también la falta de sueño o la ingesta de alcohol. En fin, la medicina no ve nada extraordinario en el despertar con una cara algo hinchada después de una noche de fiesta. El efecto no requiere de soluciones especiales contra la ‘cara de cortisol’ que abundan en TikTok y naturalmente llega a su fin por su propia cuenta, mientras que el cuerpo tiene sus propias maneras de mantener los niveles de cortisol bajo control.

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