Los investigadores quieren perforar dos pozos de 500 metros para observar el magma volcánico. Si resulta que está lo suficientemente caliente, podría convertirse en un recurso energético viable.
Un equipo de geólogos de la Universidad de Otago, ubicada en la ciudad costera de Dunedin (Nueva Zelanda), planea reducir el consumo de combustible a base de carbono y sus asociadas emisiones de gases de efecto invernadero utilizando como recurso energético el calor de un volcán extinto de 11 millones de años ubicado bajo la isla Sur del país.
Con el fin de comprobar si hay suficiente calor para aprovechar, los investigadores planean perforar dos pozos de 500 metros de profundidad —uno en el centro de Dunedin y otro en su costa— lo que permitirá monitorear el flujo de calor del magma, explicó a The Guardian el doctor Mike Palin. El equipo del científico espera recibir apoyo para su proyecto, valorado en unos 700.000 dólares, a través del programa ‘Smart Ideas’ del Gobierno neozelandés.
Según Palin, “hay muchos lugares donde el calor se encuentra a una profundidad relativamente baja”. Las piedras escondidas a un kilómetro de profundidad se pueden calentar a temperaturas que oscilan entre los 50 y los 100 grados centígrados y “eso se puede utilizar”, señaló el especialista. A saber, la energía podría extraerse bombeando agua subterránea en un circuito y luego usarse para calentar edificios.
“No queremos sobreestimar [este plan] hasta que sepamos más, pero incluso si descubrimos que nuestro volcán extinto no está tan caliente como pensamos, ciertamente, la idea se puede utilizar en otros lugares”, aseveró Palin.
Nueva Zelanda se localiza en el llamado Cinturón de fuego del Pacífico, un área en forma de anillo que abarca unos 40.000 kilómetros en ambas costas del océano Pacífico y alberga más del 90 % de los volcanes del planeta. Debido al constante movimiento de las placas tectónicas del cinturón, los países que lo componen a menudo experimentan una intensa actividad sísmica y volcánica.