Cuando una familia utiliza por parte de los padres una disciplina punitiva: con golpes, pelas y sermones, buscamos (en la terapia familiar) desmontar esa forma abusiva de criar, enseñándoles nuevas herramientas de crianza.
Es un proceso que se va aprendiendo de semana en semana y que se acompaña de tareas para la casa.
La pregunta clave es por qué los padres terminan golpeando a sus hijos o sermoneando e insultando sin control, en discusiones interminables.
Pierden el control emocional, no tienen paciencia o tolerancia, la ira y el enojo los controlan. En ese estado viene el abuso físico y el maltrato psicológico que dañan la autoestima de los hijos.
El primer paso para que los padres eduquen con Disciplina Positiva, sin golpes, ni sermones, es controlar sus emociones. La ira y la rabia no son buenos compañeros.
Nos debemos comprometer a no golpear a nuestros hijos y a no sermonearlos bajo ninguna circunstancia. Con ellos debemos razonar, con buen control emocional.
Aplicar consecuencias por las malas conductas, sean naturales o lógicas. Y ver cada error como oportunidades de aprendizaje.
En la Terapia Familiar le vamos enseñando a los padres las diferentes técnicas de la Disciplina Positiva y se trabaja con los niños y adolescentes para mejorar la relación entre hermanos y se les enseña a los padres a ejercer autoridad y disciplina sin maltratar, siempre con mucho amor.
Condenamos la mala conducta no al niño o adolescente. En síntesis vamos creando una disciplina basada en la firmeza y el amor, con reglas, rutinas, respeto a la jerarquía y un ambiente afectivo con mucho respeto.