Los autores del estudio señalan que la alteración de la hormona del estrés como consecuencia del ejercicio físico extenuante y no sistemático es clave en este fenómeno observado.

Un equipo de investigación dirigido por la Universidad de Tsukuba (Japón) sugiere que, contrariamente a lo que se creía, las sesiones únicas de ejercicio intenso pueden contribuir al aumento de peso corporal. El estudio, realizado en modelos animales, reveló que los episodios esporádicos de actividad física agotadora se relacionan con alteraciones en el ritmo circadiano de la hormona del estrés, lo que conlleva a estos resultados indeseados.

Ejercicio y estrés

Los investigadores dividieron los ratones experimentales en un grupo de ejercicio de alta intensidad, otro de ejercicio de intensidad moderada y un grupo de control con descanso. Luego, monitorizaron su actividad física y la temperatura corporal antes y después del ejercicio, durante una semana y observaron la alteración de la sincronía entre estas variables analizadas. También se detectó en el plasma la hormona del estrés, corticosterona, entre 6 y 24 horas después del ejercicio.

En el grupo de ejercicio de alta intensidad, tanto la actividad física como la temperatura corporal disminuyeron significativamente después del ejercicio, a pesar de la ausencia de cambios en la ingesta de alimentos, lo que condujo a un aumento de peso corporal al siguiente día.

Los científicos explicaron que la concentración en sangre de la corticosterona sigue un ritmo circadiano. A la hora de acostarse, su concentración plasmática es baja, mientras que llega a su nivel máximo al despertar. Sin embargo, el ejercicio físico de alta intensidad afecta el ciclo circadiano de los niveles de esta hormona y trae como resultado una disminución de la actividad física después del ejercicio físico intenso y, por consiguiente, provoca un aumento del peso corporal.

Quedar extenuados es contraproducente

Los autores destacaron que, al diseñar regímenes de ejercicio para una pérdida de peso eficaz, es importante considerar no solo las calorías quemadas durante el ejercicio sino también los niveles de actividad posteriores y el ritmo circadiano. Su estudio fue publicado la semana pasada en Medicine & Science in Sports & Exercise.

“Las experiencias del mundo real de muchas personas que se sienten demasiado agotadas para moverse después de un ejercicio extenuante dan crédito a que los hallazgos de nuestro estudio son replicables en humanos”, comentó a New Scientist Takashi Matsui, director del estudio.

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