Como educador percibo cuando una campaña educativa funciona y cuando no. En términos generales muchas frases estereotipadas, sin fuerza para el cambio, se utilizan para campañas diversas y los resultados nos hacen ver que no funcionan.

Hacer una lista de valores y enseñarlos como una prédica no creo que funcione. Ser honesto, puntual, responsable, trabajador, solidario, cortés: no es algo que se aprende porque se lee o explica. Modelar esos valores es la mejor enseñanza. 

Un padre malo paga, que se le esconde a los cobradores es difícil que tenga hijos buenos pagadores. Si en el hogar, el padre golpea a la madre, la degrada y la insulta: es probable que sus hijos estén aprendiendo a maltratar y las hembras, como la madre, a recibir maltrato y a tener poses de indefensión aprendida, que es una incapacidad de salir del maltrato.

 Es no ver salida a sus tragedias de maltrato físico, ni a los maltratos verbales y psicológicos. 

No creo en lo que decimos cuando contradice lo que hacemos. Pedirles a los hijos que no tomen alcohol y los padres beben frente a ellos. Que no fumen o no usen Hooka o Vape y lo hacen en chercha o en serio frente a los hijos. 

Nuestras conductas se modelan, nuestra forma de ser, nuestro control emocional, nuestro carácter crítico, nuestra capacidad de no dejarnos estafar, de no ser ingenuos o nuestro amor al trabajo y a los estudios.

Cuando en el hogar no hay valores y pautas adecuadas que imitar por el concepto de residencia, el niño puede ser inspirado por un maestro, un pastor, padre católico, un vecino, un tío, un personaje de la historia. Eso determina que surjan de familias que no tienen posibilidades adecuadas: grandes profesionales, empresarios, políticos y líderes sociales y religiosos. Siempre por el ejemplo y modelo de alguien, aunque no sea el de papá y mamá.

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