Este comportamiento higiénico ayuda a mantener las infecciones de ácaros bajo control, pero al mismo tiempo se ha convertido en una vía de transmisión del virus.
El hábito de las abejas de canibalizar a sus crías contribuye a la propagación del virus del ala deformada (DWV por sus siglas en inglés), según un estudio publicado en Scientific Reports.
La investigación muestra que el DWV, un virus que deja a las abejas con alas achicadas e inútiles, abdómenes hinchados y cerebros lentos, se ha vuelto en la actualidad más pernicioso para las colonias de abejas.
Las abejas están muriendo debido a varios factores, entre los que se incluyen los pesticidas, la destrucción de su hábitat, el déficit de nutrición, la contaminación ambiental y el cambio climático. Sin embargo, uno de los mayores riesgos para las abejas es el ácaro ectoparásito Varroa destructor, que las ataca y se alimenta de ellas y es el vector de transmisión del DWV.
La eliminación de pupas infestadas de estos ácaros, conduce a la canibalización de las crías con altas cargas de DWV, ofreciendo así una ruta alternativa y rápida para la transmisión del virus.
“El virus ha existido por mucho tiempo, pero solo se ha convertido en un problema en años recientes, ya que se producido esta conexión con los ácaros”, comentó Jay Evans, entomólogo del Laboratorio de Investigación de Abejas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Hasta 1980, el DWV era considerado un virus latente que solo la abeja reina podría trasmitir ocasionalmente a la descendencia. Sin embargo, ahora, el DWV se propaga fácilmente entre las colonias de abejas, adoptando sus propios comportamientos de higiene.
Cuando una larva de abeja está enferma, es probable que una abeja trabajadora identifique la infección, abra la tapa de la celda de la larva enferma y se la coma. Las colonias de abejas melíferas emplean esta técnica contra los ácaros, para mantenerlos bajo control, evitando así un daño mayor a la colonia. Sin embargo, esta práctica de canibalismo higiénico, especialmente eficaz para combatir infecciones bacterianas y por hongos, resulta ahora contraproducente para las abejas, convirtiéndose en vía de transmisión del DWV.
“Esta combinación de ácaros y virus es realmente el mayor desafío para la apicultura en este momento”, subraya Evans.