Madrid, España.-Hace un par de semanas arrancó el juicio por la custodia de cinco de los seis hijos de Brad Pitt y Angelina Jolie (Pax, 16 años; Zahara, 15; Shiloh, 14; y los gemelos Knox y Vivienne, 12; Maddox ya es mayor de edad). Es el proceso de divorcio más largo, costoso, farragoso y dañino de la historia reciente de Hollywood. Aquí nada quedará en tablas: habrá un vencedor y un vencido.

Los números ejemplifican lo que la antaño pareja ideal se está jugando: subirán al estrado 30 testigos, entre los que se encuentran expertos en violencia doméstica, médicos, psicólogos, ex compañeros de profesión, guardaespaldas, amigos y familiares, que diseccionarán una relación tóxica. Pitt y Jolie han confirmado, a través de sus respectivos abogados, que ninguno de sus hijos hablará durante el proceso. Es lo único en lo que están de acuerdo, pues ha sido en estos últimos meses cuando más basura se han lanzado mutuamente a la cara desde el anuncio de su ruptura, en 2016.

El equipo de Pitt
Las estrategias de cada uno son completamente diferentes. Brad Pitt llamará a 21 testigos para conseguir la custodia compartida al 50 por 100.

En el ya conocido como «Pitt’s team» («el equipo de Brad») figuran el doctor Stan Katz, psicólogo que testificó en el juicio por abuso de menores contra Michael Jackson; la experta en traumas Bren Chasse; el jefe de seguridad William Thiel; el doctor Fred Luskin, experto en terapia de culpabilidad; Melissa Brymer, directora de programas de terrorismo y desastres del Centro Nacional de UCLA-Duke contra el Estrés Traumático Infantil; y la actriz Jillian Armenante, que trabajó con Jolie en la película «Inocencia interrumpida».

También, un neuropsicólogo, un psicólogo de divorcios, un profesor de Psicología Clínica, un especialista en educación, un experto en violencia doméstica, dos guardias de seguridad, tres asistentes personales, un amigo de la familia y una mujer que se cree que era una ex niñera de sus hijos.

Los abogados de Jolie, por su parte, llamarán a siete testigos, entre los que se encuentran el propio Pitt y ella misma. Alegando falta de rigor, Angelina trató de eliminar de los procedimientos a uno de los testigos de Brad, el psicólogo Robin Deutsch, bajo el argumento de que no cumplía con los requisitos legales y éticos para testificar. Su petición fue rechazada por el juez. Tampoco logró retrasar el juicio, en un desesperado intento de cambiar el tribunal. La actriz afirmó que el magistrado John W. Ouderkirk, quien salió de su retiro para tomar el caso, tenía lazos personales con los abogados de su exmarido.

Los argumentos de uno y otra también están en las antípodas. Angelina Jolie trata de apartar a Brad Pitt al considerarle dañino para sus retoños (en su día le acusó de malos tratos domésticos sobre su hijo Maddox, así como de problemas de autocontrol y consumo de alcohol y drogas), y no oculta su orgullo ante la «madurez» de los menores durante esta pesadilla.

Ella no necesita tantos testigos precisamente porque ella es quien ha tenido la custodia, impidiendo a su exmarido el acceso a los niños Pitt-Jolie. Su intención es convencer al juez de que su ex no es una persona responsable ni creíble, pese a que pague religiosamente todo lo que le corresponde.

Los objetivos
Brad Pitt, por su parte, debe cargarse de argumentos con testimonios creíbles para esculpir una imagen sólida de sus habilidades como padre. ¿Su objetivo? Lograr la custodia compartida al 50 por 100, incluso aceptando que se registren con grabaciones las pernoctaciones para disipar dudas. Eso sí, es inflexible en cuanto a su intención de establecer un horario estricto y regulado, con el objeto de establecer una rutina familiar. Además, quiere que sus hijos asistan a un colegio de Los Ángeles de manera presencial, rompiendo la dinámica de Jolie de que estén escolarizados en casa o que se formen en el extranjero.

Y he aquí el meollo del asunto: la actriz y directora tiene planes para instalarse en Inglaterra y llevarse a toda su tropa, mientras que el actor, que en la actualidad sale con la modelo alemana Nicole Poturalski (quien, por cierto, está recibiendo insultos de todo tipo en las redes sociales), se niega en redondo, pues considera que, hasta la mayoría de edad los niñoss, deben seguir viviendo en la ciudad en la que están arraigados. Las malas lenguas aseguran que, posesiva como pocas, Angelina trata de mantener a sus hijos lejos de la nueva conquista de su ex, una mujer de 27 años que mantiene un matrimonio abierto con un cocinero de 56, con quien comparte un hijo de 7 años.

El juicio quedará visto para sentencia el 23 de octubre y el veredicto será el 21 de diciembre como muy tarde. Lo que pase, pasará como una de las noticias bomba de este insólito 2020.

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